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😱😱En pleno entierro ocurre esto…😰POR…Ver mas

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¡EL MUERTO AL HOYO Y EL VIVO AL… DESGARRIATE! ZAFARRANCHO APOCALÍPTICO EN PLENO PANTEÓN: CUANDO CREÍAMOS QUE YA LO HABÍAMOS VISTO TODO, EL DIABLO SE SOLTÓ EN EL ÚLTIMO ADIÓS DEL “JONAS”.

SUBTÍTULO DE IMPACTO: Lágrimas, empujones, una “buchona” misteriosa, la Guardia Nacional y un secreto macabro que el difunto se quería llevar a la tumba (literalmente). Lo que prometía ser un sepelio lleno de “Tristeza Nacional”, terminó en un sainete de barriada que ni Laura en América se hubiera atrevido a producir. ¡Pásale, pásele y entérese del chisme más mórbido de la semana que opaca hasta al cerdo fisicoculturista!

POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA DESDE EL CAMPO SANTO / CIUDAD DE MÉXICO

¡Ay, nanita, mis valedores! Si ustedes pensaban que en este México mágico y trágico ya no había capacidad de asombro, si creían que entre los camionazos que nos parten el alma, las enfermedades raras de las artistas pop y los niños cargando huacales ya habíamos tocado fondo, ¡pues agárrense de donde puedan porque el sótano tiene sótano!

Lo que ocurrió esta tarde en el Panteón Civil de Dolores no tiene nombre, no tiene madre y, francamente, no tiene perdón de Dios. Justo cuando pensábamos que la “huesuda” ya había hecho suficiente daño llevándose al joven Jonás en ese terrible “Grave Accidente” de autobús que dejó a medio país de luto (sí, ese mismo que ven en las noticias), resulta que el descanso eterno se convirtió en una batalla campal que dejó a los deudos con el Jesús en la boca y el rosario en el suelo.

Esta es la crónica de un funeral que empezó con la solemne “Tristeza Nacional” de unos padres destrozados y terminó como escena de película de ficheras, pero con militares.

ACTO I: LA CALMA ANTES DEL HURACÁN

El sol caía a plomo sobre las lápidas. El ambiente olía a tierra mojada, gladiolas y a ese dolor espeso que se te mete hasta los huesos. Ahí estaban Don Beto y Doña Chonita, los padres del Jonás, la viva imagen de esa pareja de ancianos llorando que se ha vuelto viral en redes. Sus rostros, surcados por arrugas que contaban historias de trabajo duro, estaban hoy inundados de lágrimas. ¿Cómo se entierra a un hijo? No hay manual para eso.

Jonás, un chamaco trabajador que desafortunadamente iba en el autobús equivocado el día equivocado, estaba a punto de bajar tres metros bajo tierra. Los mariachis, con más aguardiente que afinación, entonaban “Amor Eterno” y no había un solo ojo seco en el perímetro. Las tías se abanicaban con desesperación, los compadres se pasaban la anforita disimuladamente. Todo era dolor “normal”, digámoslo así.

El sepulturero, un señor ya curtido que ha visto más muertos que vivos, preparaba las cuerdas para bajar el ataúd de madera barata, pero digna. El sacerdote estaba a punto de echar el último puño de tierra y decir eso de “polvo eres…”.

Y FUE AHÍ, EN ESE PRECISO INSTANTE SAGRADO, CUANDO SE ARMÓ LA GORDA.

ACTO II: “¡ESE MUERTO NO SE VA A NINGÚN LADO!”

El silencio sepulcral se rompió no con un rezo, sino con el rugido de una camioneta Lobo último modelo, con vidrios más negros que la conciencia de un político, que entró al panteón derrapando llanta, casi llevándose de corbata una tumba vecina.

Del vehículo bajó una mujer. ¡Y qué mujer, mis estimados! Una auténtica “buchona” de esas que parecen salidas de Instagram (muy parecida a la joven del espejo que ven en el collage de noticias), con uñas de gavilán, pestañas que hacían viento y ropa entallada que desafiaba las leyes de la física y el decoro en un funeral.

—¡ALTO AHÍ, BOLA DE HIPÓCRITAS! —gritó la susodicha, señalando el ataúd con una mano llena de anillos dorados—. ¡El Jonás no se va a la tumba sin que me aclare cuentas!

Don Beto casi se infarta. Doña Chonita se desmayó en brazos de una sobrina. ¿Quién era esta mujer? Resulta que era la “Jeni”, la novia secreta del Jonás, una relación tóxica que el difunto mantenía a escondidas de sus padres santurrones.

La Jeni empezó a armar un escándalo de proporciones bíblicas. Alegaba que Jonás le había prometido “las perlas de la virgen” antes de subirse a ese fatídico autobús y que ella sabía que él se llevaba algo que le pertenecía. La familia intentó sacarla, hubo empujones, se cayeron un par de coronas de flores, y el mariachi dejó de tocar por miedo a que le rompieran el guitarrón.

Pero si creían que la llegada de la amante despechada era el pico del drama, ¡estaban muy equivocados! Porque el destino, siempre burlón, tenía preparado el verdadero “plot twist”.

ACTO III: LLEGA LA LEY… Y QUIEREN EL CUERPO

En medio de los gritos de la Jeni y los llantos de la familia, se empezaron a escuchar sirenas. No una, ni dos. Un convoy.

Patrullas de la estatal y, para acabarla de amolar, un camión de la Guardia Nacional (sí, como los elementos que se ven en la foto de la detención) frenaron en seco frente a la fosa abierta. Los soldados bajaron cortando cartucho, con esas caras largas que no presagian nada bueno.

Un comandante con cara de pocos amigos se acercó al sacerdote, quien ya no sabía si echar agua bendita o salir corriendo.

—¡Se suspende el entierro! —ladró la autoridad—. ¡Nadie toque esa caja! Tenemos una orden judicial para asegurar el cadáver.

¿CÓMO? ¿POR QUÉ? El murmullo de la gente era una mezcla de miedo e indignación. Don Beto, sacando fuerzas de flaqueza, se le puso al brinco al comandante:

—¡Oiga, jefe, respete el dolor ajeno! ¡Mi hijo ya está difunto, qué más quieren de él! ¡Déjenlo descansar en paz!

El comandante, sin inmutarse, soltó la bomba que nos dejó a todos helados, una revelación que conectaba los puntos más bizarros de las noticias de la semana.

—Señor, lamentamos su pérdida, pero recibimos un pitazo anónimo y confirmación de la morgue. Su hijo no solo murió en el accidente… su hijo es evidencia clave en un delito federal.

EL SECRETO MACABRO: LA RADIOGRAFÍA DEL DELITO

¿Se acuerdan de esa noticia viral que circuló ayer? Esa que decía: “Fue llevada de urgencia al hospital y no creerás lo que sacaron de su…”. ¡Pues resulta que el Jonás era el protagonista de esa historia, pero nadie lo sabía!

Según el reporte oficial que el comandante leyó ahí mismo, a grito pelado para que la Jeni se callara, horas antes del accidente de autobús, Jonás había estado involucrado en el robo de una joyería de alta gama en una zona fifí de la capital. Al verse acorralado por la policía antes de abordar el camión para huir, el muy insensato hizo una locura.

¿Qué hizo? ¡SE TRAGÓ EL BOTÍN!

Sí, raza. Como lo oyen. El Jonás se engulló una cadena de platino con diamantes valuada en más de lo que todos los presentes ganaríamos en diez vidas. La policía tenía la radiografía que lo probaba (esa misma radiografía espeluznante que se ve en el cuadrito de las noticias). El metal en su estómago era inconfundible.

Al parecer, la Jeni sabía del robo y venía a reclamar “su parte” antes de que la tierra se la tragara para siempre. Y la policía, bueno, ellos venían a recuperar la evidencia. El cuerpo de Jonás no era un difunto sagrado, era una caja fuerte humana.

EL DESENLACE: UN PANTEÓN DE LOCOS

Imagínense la escena: el ataúd fue subido de nuevo a la carroza fúnebre, pero esta vez escoltado por militares, rumbo de regreso al Semefo para que le hicieran una “segunda autopsia” y sacaran la evidencia.

Doña Chonita tuvo que ser atendida por paramédicos por la crisis nerviosa. Don Beto lloraba de rabia, impotencia y vergüenza, dándose cuenta de que su “angelito” no era tan santo. La Jeni fue detenida ahí mismo por cómplice y escándalo en vía pública, gritando majaderías mientras la subían a la patrulla.

Y la gente… la gente del pueblo que había ido a acompañar en el dolor, se quedó ahí, parada entre las tumbas, sin saber si reír o llorar. El hoyo quedó abierto, esperando un inquilino que quién sabe cuándo regresará.

Así es México, mis valedores. Un lugar donde ni la muerte te garantiza la paz, donde la realidad supera la ficción más puerca, y donde un entierro puede convertirse en la nota roja más espectacular de la semana. “En pleno entierro ocurre esto…”, decía el titular. Y vaya que ocurrió de todo, menos un descanso eterno. ¡Qué Dios nos agarre confesados a los que seguimos vivos!

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