
Encuentr4n a esta joven sin v1da por solo ser…Ver más

El olor a tierra mojada todavía flotaba en el aire cuando, a primera hora de la mañana, un motociclista que viajaba rumbo a la ciudad vio algo que no encajaba entre los arbustos al costado de la carretera. Primero pensó que era una bolsa tirada por el viento, algo común en esa ruta silenciosa. Pero al acercarse, su corazón se detuvo.
Había un cuerpo.
El cuerpo de una joven.
Llamó a emergencias con las manos temblorosas, apenas pudiendo explicar lo que veía. A los pocos minutos, la policía llegó al lugar, marcando la escena con cinta amarilla mientras el silencio del bosque parecía hacerse más espeso, más pesado, casi respetuoso.
Y así comenzó la historia que partiría en dos el corazón de un pequeño pueblo.
Ella se llamaba Alma. Solo 20 años. Una sonrisa demasiado pura para este mundo.
Alma Medina era conocida por todos:
La muchacha que saludaba incluso a quien no la conocía.
La que ayudaba a cargar bolsas a las ancianas del mercado.
La que nunca decía “no”.
Y también…
La que todos describían como “demasiado confiada”.
Su madre, doña Mercedes, siempre le repetía:
—Hija, no todos los que necesitan ayuda la merecen.
Pero Alma respondía con una sonrisa que desarmaba cualquier temor:
—Mamá, el mundo ya es bastante duro. Déjame poner un poco de luz.
Nadie imaginó que esa luz sería apagada tan pronto.
La última vez que se le vio con vida
El día anterior, Alma salió de casa rumbo a su clase de arte. Le gustaba caminar por el sendero rural que atravesaba los sembradíos, tomar fotos, coleccionar hojas secas y guardar en su libreta frases que se le ocurrían mientras caminaba.
A las 5:47 p.m. envió su último mensaje:
“Voy de camino, mamita. Pasé un momento a ayudar a alguien en la carretera.”
Era tan típico de ella que su madre no sospechó nada.