
Encuentr4n a esta joven sin v1da por solo ser…Ver más

(HISTORIA FICTICIA – PERSONAJES NO REALES)
La madrugada en San Mireya siempre ha sido fría, silenciosa, casi inmóvil.
Pero aquella noche… aquella noche el viento parecía traer un murmullo extraño, como si la tierra misma quisiera anunciar algo antes de que fuera demasiado tarde.
Yo soy Miguel Aranda, reportero independiente desde hace quince años, y creí haber visto todo lo que un corazón humano puede soportar.
Pero nada —absolutamente nada— me preparó para lo que ocurrió con Lía Montel, la joven que todos en el pueblo recordaban como la muchacha de la sonrisa tímida y los sueños enormes.
I. LA LLAMADA QUE DESPERTÓ AL PUEBLO
A las 4:17 de la madrugada mi teléfono vibró.
Era Doña Perla, la vecina más antigua del barrio.
—“Miguel… encontraron a una muchacha… allá, por los pastizales… creo que es Lía.”
Su voz temblaba.
No era miedo.
Era la imposibilidad de aceptar lo que estaba diciendo.
Tomé mi libreta, mis llaves y salí sin siquiera cerrar la puerta.
Las sirenas ya iluminaban el cielo, rebotando contra las hojas de los árboles.
II. EL LUGAR DONDE TODO SE DETUVO
Cuando llegué, el aire olía a humedad y silencio.
Los agentes habían acordonado la zona, pero todos los vecinos se agrupaban detrás de la cinta amarilla, aferrándose a una última esperanza.
Lía había desaparecido la tarde anterior.
Había salido a entregar un encargo —una simple caja de dulces que ella misma preparaba para ahorrar dinero y pagar sus estudios de enfermería—.
Nunca volvió.
Lo que más conmovía no era la escena en sí, sino la pequeña zapatilla blanca encontrada junto a ella…
una zapatilla que no era de Lía.
Una que ella guardaba desde hace años, recuerdo de su hermanito fallecido.
Ella la llevaba consigo como amuleto, como promesa de que nunca dejaría atrás a los que amaba.