¡Muchos no lo saben! Relatos muy sabios de una anciana de 82 años sobre el cuerpo femenino
Puebla, México – Sentada en una mecedora de madera, con la piel arrugada por el tiempo pero los ojos brillantes de lucidez, Doña Eulalia Ramírez, de 82 años, ha dedicado su vida entera a observar, cuidar y reflexionar sobre el cuerpo de la mujer. Sin haber pisado una universidad, sus palabras tienen más peso que muchos libros, pues nacen de la experiencia, la intuición y la sabiduría ancestral.
Cada tarde, rodeada de vecinas jóvenes que acuden a ella en busca de consejo, doña Eulalia comparte relatos y verdades que muchos desconocen pero que toda mujer debería escuchar
“El cuerpo de la mujer no es solo para dar vida o para complacer. Es un templo, y como todo templo, necesita respeto, cuidado y silencio para escucharse”, repite con firmeza.
Una de las historias que más ha impactado a quienes la escuchan tiene que ver con el poder sanador del útero. Según ella, las emociones que una mujer no expresa, especialmente las tristezas profundas y los miedos antiguos, se acumulan en esa parte sagrada.
“Yo he visto cómo mujeres se enferman del vientre por cargar culpas, por no llorar lo que necesitaban llorar, o por quedarse en lugares donde su alma ya no estaba”, cuenta mientras acaricia una ramita de ruda.
Otra lección poderosa que comparte es sobre la menstruación. Para ella, no es un castigo ni una incomodidad, sino una forma en que el cuerpo se purifica. “Cuando sangras, el cuerpo te habla. Te dice que estás viva, que eres cíclica, que cada mes puedes empezar de nuevo. No lo veas con asco, míralo con orgullo.”
Doña Eulalia también recuerda cómo en sus tiempos las mujeres sabían escuchar su cuerpo, algo que hoy, dice, muchas han olvidado por culpa del estrés, los estándares irreales y la desconexión con lo natural.
“El cuerpo te avisa cuando algo no va bien. Te lo dice con dolores, con insomnio, con angustias. Pero hoy lo callan con pastillas. Y a veces solo hace falta hablar, caminar descalza o abrazar un árbol”, afirma.
Muchas de sus recetas y recomendaciones vienen de su abuela, quien le enseñó a preparar infusiones con manzanilla, canela, ruda y albahaca para aliviar cólicos, regular el ciclo y hasta sanar el alma herida.
Pero quizás la enseñanza más poderosa de doña Eulalia es esta:
“Tu cuerpo no necesita parecerse al de nadie más. No necesita ser perfecto. Solo necesita que lo ames y lo escuches. Es tuyo, y eso ya lo hace sagrado.”
Hoy, en una era donde se habla mucho de empoderamiento femenino desde los medios, la voz de esta anciana humilde resuena con una fuerza especial, porque nace desde la raíz, desde lo profundo de la tierra y del corazón.
Muchos no lo saben… pero deberían escucharlo.