Tuvo un accidente pero los médicos hicieron un milagro que no se había visto antes…Ver más

¡MÉXICO BAJO FUEGO, SANGRE Y UN “MILAGRO” MÉDICO QUE ATERRA! CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA APOCALÍPTICO DONDE LA REALIDAD SUPERÓ A LA FICCIÓN
SUBTÍTULO DE IMPACTO: Comenzó como un susurro en las salas de urgencias: “Tuvo un accidente pero los médicos hicieron un milagro…”. Pero lo que siguió en las últimas 72 horas fue un descenso directo al infierno en territorio azteca. Carreteras convertidas en cementerios, la vanidad desbordada de las “buchonas” del internet insultando a la miseria más cruda, enigmas médicos que parecen brujería y la furia de la naturaleza azotando sin piedad. Pásale, pásele y si tiene estómago de acero, entérese del verdadero rostro del miedo en esta edición especial de ALERTA ROJA, donde la “Tristeza Nacional” nos dobla las rodillas.
POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / DESDE EL EPICENTRO DEL CAOS / PARA LA RAZA QUE NO SE RAJA
CIUDAD DE MÉXICO, LUNES DE RESACA TRÁGICA Y MORAL POR LOS SUELOS.— ¡Ay, nanita, mis valedores! Si usted pensaba que ya estaba curado de espantos en este México mágico y a veces brutalmente trágico, mejor siéntese, tómese un tequilita doble pal’ susto y agárrese de donde pueda. El resumen de este fin de semana parece escrito por el mismísimo chamuco en una noche de borrachera intensa con la parca.
Amanecemos con el alma en un hilo. La frase que nos vendieron fue de esperanza: un supuesto milagro médico tras un accidente. Pero la imagen que realmente nos recibe y define el sentir de la nación es la de esa pareja de abuelitos, nuestros viejos, con el rostro surcado por el dolor y el llanto, bajo un titular de periódico que cala hasta los huesos y no deja lugar a dudas: “TRISTEZA NACIONAL”. Y no es para menos, raza, porque la huesuda se soltó el chongo y barrió parejo.
LA CASA DE LOS HORRORES: EL “MILAGRO” QUE PARECE TORTURA Y ENIGMAS DEL MÁS ALLÁ
Vamos a empezar por donde nos prometieron el milagro. ¡Y vaya milagro, carajo! Las salas de urgencias y los quirófanos del país reportaron cosas que desafían la lógica y te revuelven la tripa. ¿Ese fue el milagro? ¿Sobrevivir a esto?
Miren nomás las radiografías que se filtraron. ¿Qué clase de locura o brujería lleva a un cristiano a tragarse una cadena de metal entera? ¡Ahí están los eslabones claritos en la panza del susodicho! Y la foto sangrienta de la cadena ya extraída es para no dormir. ¡Cosas del diablo, les digo!
Pero eso no es todo. Las imágenes de las “recuperaciones milagrosas” parecen sacadas de una película de terror: piernas destrozadas por accidentes de moto con los huesos de fuera, cirugías con clavos y fijadores externos que parecen instrumentos de tortura medieval de Frankenstein, extremidades a punto de la gangrena. ¡Si eso es vivir, está muy cabrón! Y para rematar el frikismo médico, enfermedades de la piel que parecen plagas bíblicas con ronchas gigantes o el piquete de un ciempiés monstruoso que mandó a una pobre alma a ver estrellitas al hospital.
EL ASFALTO SE TIÑÓ DE ROJO: CARNICERÍA SOBRE RUEDAS
Mientras los médicos luchaban con lo inexplicable, en las carreteras federales el Diablo hacía su agosto. La imprudencia, esa eterna comadre de la desgracia, tomó el volante. Las imágenes que nos llegan son dantescas.
¡Carnicería total, mi gente! Vimos la tragedia con mayúsculas cuando el autobús de la línea “Rosario Bus”, ese gigante azul que lleva a la gente chambeadora a buscar la chuleta, terminó convertido en un acordeón de fierros retorcidos, humo y lamentos en medio de la nada. ¡No tuvieron oportunidad! Las fotos son brutales y nos parten el alma: el camión destrozado y, a un lado, sobre la tierra y el pavimento caliente, decenas de cuerpos cubiertos con esas frías sábanas blancas o mantas térmicas plateadas, alineados como fichas macabras de un juego que nadie quiso jugar.
Pero el cafrerío no paró ahí. En otro punto, una mole de acero, un camión de volteo manejado por un irresponsable, aplastó a un vehículo compacto hasta dejarlo como una miserable corcholata prensada. Y para colmo de la locura, en un hecho que parece de película gringa de bajo presupuesto, hasta un avión caza militar terminó panza arriba en un campo, en un accidente millonario que de milagro no terminó en bola de fuego. ¡Ya ni por aire estamos seguros!
EL CIRCO DE LA VANIDAD VS. LA MISERIA QUE PARTE EL ALMA
Y aquí es donde a uno le hierve la sangre de pura indignación, parientes. El contraste brutal que nos escupe en la cara la realidad de este país bipolar.
Mientras las carreteras se llenaban de luto y los perfiles de Facebook se tapizaban de moños negros por los jóvenes (estudiantes, una futbolista crack del barrio) que se nos adelantaron, el circo de la vanidad en redes sociales seguía su función a todo volumen. Ahí tienen a las nuevas “buchonas” y a las que se sienten influencers, más preocupadas por la pose sexy en el espejo del baño, enseñando el escote, o en su silla “gamer” rosa anunciando “Más videos acá”, vendiendo espejitos y carne mientras el mundo arde a su alrededor. ¡Qué poca madre!
La polémica estalló hasta en las escuelas, con el debate nacional sobre las mamás o maestras que van a recoger a las bendiciones en atuendos entallados que parecen de antro. ¿Libertad o falta de respeto en un país que se desmorona?
Pero la imagen que te parte el alma de verdad, la que debería darnos vergüenza a todos y que contrasta con tanto lujo falso, es la del otro extremo de la balanza: un niño pequeño, un verdadero héroe trágico sin capa, captado cargando un huacal de verduras más grande y pesado que él mismo en su pequeña espalda. Con sus botitas de hule para el lodo, ese chavito se parte el lomo para medio comer, mientras otros lloran porque no les dieron “like”. Ese es el México real, el de la madre indígena pidiendo limosna en la banqueta con sus bebés en el rebozo, invisibles para los que pasan en sus camionetones.
APOCALIPSIS NOW: NATURALEZA ENFURECIDA Y CRIMEN SIN FRENO
Hasta la naturaleza anda enojada con la raza. Huracanes monstruosos amenazando en los mapas satelitales, grietas gigantes que parten la tierra y se tragan pueblos enteros, inundaciones bíblicas donde la gente pierde todo. Y, para rematar, la aparición de un “cerdo fisicoculturista” con músculos deformes que parece salido de un laboratorio clandestino o de una pesadilla radioactiva. ¡Ya no sabe uno si reír de nervios o ponerse a rezar!
Mientras tanto, la nota roja no descansa. La policía y el ejército hicieron su chamba a medias, presentando a malandros con jetas largas, tipos con equipo táctico y armas largas posando como si fueran Rambo, y hasta mujeres atoradas en la movida del narco, algunas en shortcito siendo llevadas por la ley.
Pero el plomo sigue volando. Cuerpos tirados en el lodo, ejecutados, mientras los peritos de blanco siguen escarbando en fosas clandestinas y terrenos baldíos, buscando respuestas que la tierra se niega a dar. Lo más doloroso son los espacios vacíos. Los carteles de “SE BUSCA”, como el del joven Emiliano Ignacio, rostros que un día salieron a trabajar y la tierra se los tragó, dejando madres desesperadas. Y la imagen que nos rompe el corazón a todos: la espaldita de un niño pequeño marcada con lesiones terribles. ¡Malditos monstruos los que tocan a una criatura!
El fin de semana que empezó con la promesa de un “milagro” cierra con sabor a sangre, cobre y lágrimas. Cuídense mucho, raza, persígnense doble antes de salir a buscar la chuleta, porque la calle está perra, el diablo anda suelto y la huesuda no trae bozal. ¡Qué Dios nos agarre confesados a todos!