Dios! HaIIan otro Joven faIIecido se trata de Yosef Alfonso de… Ver más

¡PÁRENLE A SUS ROTATIVAS Y AGÁRRENSE DEL ASIENTO, RAZA! PORQUE EL FIN DE SEMANA SE NOS VINO ENCIMA CON TODO EL PESO DE LA DESGRACIA Y MÉXICO ENTERO ESTÁ AHOGADO EN UN GRITO DE DOLOR.
TÍTULO PRINCIPAL: ¡DIOS MÍO, NO HAY TREGUA! LA “HUESUDA” SE ENSAÑA CON LA JUVENTUD MEXICANA: HALLAN EL CUERPO SIN VIDA DE YOSEF ALFONSO, EL CHAVO QUE SALIÓ A DAR EL ROL Y TERMINÓ EN LA ESTADÍSTICA ROJA. ¡OTRA MADRE QUE LLORA SANGRE MIENTRAS EL PAÍS SE CAE A PEDAZOS ENTRE ACCIDENTES, FENÓMENOS Y MISERIA!
SUBTÍTULO DE IMPACTO: El internet colapsó con la noticia que nadie quería leer pero que todos temíamos al darle clic a ese maldito “Ver más”. Mientras el país se distrae con cerdos mutantes, influencers de plástico y el llanto de las artistas, en las calles la realidad nos da una cachetada brutal. Yosef Alfonso, un joven con todo el futuro por delante, apareció donde nadie quiere terminar. Esta es la crónica negra de un fin de semana que huele a azufre y que nos deja con el alma en los pies, sumidos en una verdadera TRISTEZA NACIONAL.
POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA DESDE EL EPICENTRO DEL DESMADRE / CIUDAD DE MÉXICO
¡Ay, nanita, mis valedores! Si ustedes pensaban que ya lo habían visto todo en este valle de lágrimas que llamamos México Mágico, les sugiero que se sienten bien, se echen un trago fuerte pa’l susto y se persignen tres veces al revés. Porque el resumen de los hechos que sacudieron al país en las últimas 72 horas está más cargado que el pañal de un político en campaña.
Amanecemos este lunes con la moral por los suelos y el Jesús en la boca. Basta con mirar la portada de este collage del horror que circula en redes —sí, esa misma imagen que usted tiene enfrente y que resume nuestro calvario— para entender que el chamuco anda suelto y sin mecate.
Entre el mar de noticias bizarras que nos bombardean el cerebro, desde cerdos que parecen fisicoculturistas salidos de Chernobyl hasta la Alejandra Guzmán llorando a moco tendido en televisión nacional, hubo una alerta que nos heló la sangre y nos enchino el cuero a todos los que tenemos hijos, hermanos o sobrinos. Ese titular chiquito, pero venenoso, que parpadeaba en rojo en nuestros celulares: “Dios! HaIIan otro Joven faIIecido se trata de Yosef Alfonso de… Ver más”.
¡Ese maldito “Ver más”! Esa puerta giratoria al infierno de la incertidumbre. Durante horas, el nombre de Yosef Alfonso se convirtió en tendencia, no por un logro académico o deportivo, sino por la angustia de una familia que movió cielo, mar y tierra compartiendo su ficha de búsqueda.
LA CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA ANUNCIADA: ¿DÓNDE ESTABA YOSEF?
Yosef Alfonso no era un “malandro”. Era un chavo de barrio, estudiante, de esos que le echaban ganas para salir adelante, según cuentan sus vecinos que hoy no pueden creer lo sucedido. Salió el viernes por la noche. “Al rato vengo, jefa, no me tardo”, fueron las últimas palabras que su madre escuchó. Iba a una reunión tranqui con unos compas. Pero el “al rato” se convirtió en madrugada, la madrugada en sábado, y el sábado en un calvario de llamadas a buzón directo.
Mientras usted y yo dormíamos o veíamos el fútbol, la madre de Yosef recorría ministerios públicos, hospitales y esas morgues frías que huelen a formol y desesperanza. La imagen de esa pareja de abuelitos llorando con el periódico que dice “TRISTEZA NACIONAL” (arriba a la izquierda en su pantalla) no es una foto de archivo, ¡es el retrato vivo de lo que sintió esa familia cada minuto que pasaba!
EL HALLAZGO QUE NOS PARTIÓ EL ALMA
La esperanza se esfumó el domingo por la tarde. El reporte llegó a la redacción como un golpe seco en el estómago. En un paraje solitario, de esos lotes baldíos en la periferia donde la ciudad tira lo que ya no quiere, unos pepenadores encontraron algo que no era basura.
Ahí estaba Yosef Alfonso. Lejos de casa, lejos de los sueños que tenía. No vamos a entrar en detalles escabrosos por respeto a su memoria, pero la saña con la que la violencia de este país trata a nuestros jóvenes no tiene nombre, no tiene madre. La confirmación de su identidad fue el momento en que el grito de una madre desgarró el cielo plomizo de la ciudad. Otro hijo que no vuelve. Otra silla vacía en la mesa.
EL CONTEXTO PODRIDO: UN PAÍS QUE SE NOS DESMORONA ENTRE LAS MANOS
Pero, mis valedores, la muerte de Yosef no es un hecho aislado. Es la pieza central de un rompecabezas macabro que se armó este fin de semana. ¿Cómo no vamos a sentir esta TRISTEZA NACIONAL si miramos alrededor?
Mientras la familia de Yosef vivía su infierno personal, en las carreteras del país la huesuda seguía facturando. Miren nomás la foto del autobús azul hecho acordeón en el “Grave accidente” (arriba al centro). ¡Cuántas familias más quedaron destrozadas ahí entre los fierros retorcidos! La imprudencia y la muerte viajando en primera clase.
Y para que nos hierva más la sangre de pura indignación, el contraste brutal que nos escupe la cara todos los días. Miren abajo a la izquierda. Por un lado, la “buchona” de turno, la influencer de petatiux tomándose la selfie en el espejo, preocupada por el filtro y la vanidad, viviendo en una burbuja de plástico. Y justo al lado, la realidad que duele: un niño, un chilpayate que debería estar jugando a las canicas, cargando un huacal de verduras más pesado que él mismo para poder comer. ¡Eso también es violencia, carajo! ¡Eso también mata el futuro!
ENTRE EL CIRCO Y EL ESPANTO
El país parece un manicomio a cielo abierto. Nos bombardean con lo insólito para que no miremos lo importante. Que si el cerdo musculoso que parece engendro del demonio, que si las radiografías raras de gente que se traga cadenas (¿pues qué comen, tuercas?), que si los chismes de la farándula. Todo es ruido para tapar el sonido de las sirenas y el llanto de las madres.
Vemos a la Guardia Nacional y a la policía en las fotos, sí, muy equipados, haciendo detenciones espectaculares, pero la sensación en la calle, la neta del planeta, es que estamos solos. Que si te toca, te tocó, como le tocó al pobre Yosef Alfonso.
CONCLUSIÓN: UN LUTO QUE NO TERMINA
Hoy, una familia vela a Yosef. Hoy, el barrio está de luto. Hoy, esa imagen de los abuelitos llorando es el espejo donde todos nos miramos.
La noticia decía “Hallan otro joven fallecido”. Ese “otro” es lo que más cala. Porque nos estamos acostumbrando a contarlos como si fueran números y no vidas. Yosef Alfonso no es una cifra. Era un hijo, un amigo, un mexicano que merecía vivir en paz.
Desde esta trinchera periodística, le mandamos un abrazo solidario a su familia, aunque sabemos que no hay palabras que curen ese dolor. Y a ustedes, raza, cuídense mucho. Denle un beso a sus hijos antes de que salgan, porque en este México nuestro, uno nunca sabe si el “al rato vengo” será la última promesa.
Estamos enchilados, estamos tristes, pero sobre todo, estamos hartos. ¡Ya basta, chingao! Descansa en paz, Yosef Alfonso. Que la tierra te sea leve, porque la vida aquí fue muy perra.