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Acaban de encontrar una persona envuelta en sábanas en p…Ver más

Acaban de encontrar una persona envuelta en sábanas en p…Ver más

 

¡PÁRENLE A SUS PRENSAS Y AGÁRRENSE DEL ASIENTO! ¡EL DIABLO ANDUVO SUELTO ESTA MADRUGADA Y DEJÓ UN REGALITO MACABRO QUE TIENE A TODO EL BARRIO CON EL JESÚS EN LA BOCA!

TÍTULO PRINCIPAL: ¡TERROR AL AMANECER! APARECE MISTERIOSO “PAQUETE” HUMANO ENVUELTO EN SÁBANAS EN PLENO LOTE BALDÍO. ¡LA IMAGEN QUE NADIE QUERÍA VER SE HACE REALIDAD Y HELÓ LA SANGRE DE LOS VECINOS!

SUBTÍTULO DE IMPACTO: ¿Crimen pasional, ajuste de cuentas o la obra de un psicópata suelto? La policía está de cabeza tratando de armar el rompecabezas de este dantesco hallazgo. Un cuerpo sin identidad, amarrado como tamal y tirado como basura entre escombros y el olvido. Aquí te contamos la neta, cruda y sin censura, de la noticia que está sacudiendo las redes y que te hará persignarte tres veces antes de salir a la calle.

POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA DESDE EL ASFALTO CALIENTE

¡Ay, nanita, mis valedores! Si usted, amable lector de estómago curtido y nervios de acero, pensaba que ya lo había visto todo en esta jungla de concreto que llamamos ciudad, déjeme decirle que la realidad nos acaba de dar otra cachetada guajolotera que nos dejó viendo estrellitas. El pitazo nos llegó a la redacción todavía con el olor a café mañanero, y la neta, nos quitó el sueño de golpe.

Ese titular que vieron circular en el “Feis” y que los dejó picados con el morbo a todo lo que da: “Acaban de encontrar una persona envuelta en sábanas en p… Ver más”, no era un clickbait cualquiera. ¡Era la antesala del mismísimo infierno terrenal! Y como aquí no nos andamos con medias tintas, les traemos la crónica completa, con pelos y señales, de este suceso que huele a muerte y misterio.

EL ESCENARIO DEL HORROR: CUANDO EL SOL SACA A LA LUZ LA PODREDUMBRE

Todo ocurrió en las primeras horas de este día, en ese momento brujo donde la noche se niega a irse y el sol apenas empieza a pintar de gris el cielo plomizo de la colonia “La Esperanza Perdida” (nombre irónico, me cae). Ustedes conocen la zona: calles sin pavimentar, perros flacos ladrándole a la nada y terrenos baldíos que sirven de basurero clandestino para los cochinones que no esperan al camión de la basura.

Ahí mero, entre llantas viejas, cascajo de obra y bolsas negras que huelen a perro muerto, fue donde el destino le jugó una broma macabra a Don Tiburcio.

Don Tiburcio es un señorón de la tercera edad, de esos pepenadores de hueso colorado que se levantan antes que los gallos para ganarle la “chamba” a los demás y buscar latas de aluminio o cartón pa’ sacar pal’ taco del día. El buen hombre iba caminando con su costal al hombro, silbando una de Pedro Infante para espantar el miedo, cuando sus ojos, ya cansados por los años, divisaron algo que no cuadraba en el paisaje habitual de mugre.

EL HALLAZGO QUE ENCHINÓ EL CUERO: NO ERA BASURA, ¡ERA GENTE!

Al principio, Don Tiburcio pensó que algún vecino huevón había tirado un colchón viejo enrollado. Pero algo en su instinto de supervivencia, ese sexto sentido que desarrollamos los que vivimos al día en el barrio bravo, le dijo: “Aguas, Tiburcio, que eso no huele a borra vieja”.

Se acercó con cautela, varita en mano para picar el bulto, por si salía una rata de dos patas o de cuatro. Pero al estar a un metro de distancia, el corazón se le subió a la garganta y las piernas se le hicieron de chicle.

¡Virgencita de Guadalupe, ampáranos!

No era un colchón. Era un bulto largo, pesado. Estaba envuelto, sí, pero no en bolsas negras como suelen hacer los malandros pa’ despistar. ¡Estaba envuelto en sábanas! Unas sábanas que alguna vez fueron blancas, quizá con florecitas azules, pero que ahora estaban percudidas por la tierra, el lodo y, ¡ojo aquí raza!, unas manchas oscuras, secas y quebradizas que gritaban a los cuatro vientos: ¡SANGRE!

El “paquete” estaba amarrado con lazos de tendedero y cinta canela, apretado con una saña que solo un verdadero hijo de la… maldad puede tener. Se notaba la forma de los pies en un extremo y lo que parecía la cabeza en el otro. Parecía una momia urbana, un sacrificio moderno tirado al dios del olvido.

EL CAOS SE DESATA: GRITOS, SIRENAS Y EL MORBO NACIONAL

El grito que pegó Don Tiburcio se escuchó hasta tres colonias a la redonda. Tiró el costal y salió corriendo como si hubiera visto al mismísimo patas de cabra, tropezándose con sus propios pies hasta llegar a la primera tienda abierta para pedirle al tendero, con la voz quebrada y pálido como la cera, que llamara a “la tira”.

En cuestión de minutos, el tranquilo y polvoriento escenario se convirtió en un circo de tres pistas. Llegaron las patrullas con las torretas prendidas, pintando de rojo y azul las fachadas despintadas de las casas. Los policías, con esa cara de “otra vez la burra al trigo”, bajaron con las armas largas listas, porque uno nunca sabe si los que dejaron el regalito siguen cerca viendo el espectáculo.

Rápido sacaron la cinta amarilla, esa que dice “PRECAUCIÓN – PROHIBIDO EL PASO”, y acordonaron media cuadra. Pero ya saben cómo somos de mitoteros los mexicanos. El chisme corrió más rápido que la pólvora y en un abrir y cerrar de ojos, ya había una bola de vecinos curiosos detrás de la cinta, señoras en bata con el celular en la mano transmitiendo en vivo pal’ Feis, y chavos morbosos tratando de hacer zoom para ver si se le veía un pie al muertito.

LA DANZA DE LOS PERITOS: ¿QUIÉN ES? ¿QUÉ LE HICIERON?

El ambiente se puso denso cuando llegaron los “hombres de blanco”, los peritos de la Fiscalía, con sus trajes de astronauta y sus maletines llenos de polvitos mágicos para sacar huellas. El sol ya estaba alto y, con el calorcito, el olor empezaba a ponerse bravo. No era un olor a podrido intenso, lo que indicaba que el crimen estaba “fresco”, quizá de la madrugada misma.

Nadie se atrevía a tocar el bulto. Los peritos tomaban fotos desde todos los ángulos, medían distancias, recogían colillas de cigarro y taparroscas como si fueran oro molido, buscando cualquier pista que los llevara a los responsables de esta barbaridad.

La pregunta del millón, la que rondaba en la cabeza de todos los presentes, era: ¿Qué hay dentro de esas sábanas?

¿Será un hombre? ¿Una mujer? ¿Un jovenazo que andaba en malos pasos? ¿O una víctima inocente que estuvo en el lugar equivocado a la hora equivocada? Las teorías de conspiración empezaron a volar entre la raza mitotera: “Seguro fue un ajuste de cuentas de los narcos”, decía la Doña Chona, la chismosa oficial de la cuadra. “No, vecina, esto huele a crimen pasional, mire nomás cómo lo envolvieron con cuidadito en sábanas de casa, eso es de alguien cercano”, refutaba el Don Pancho, el mecánico que se cree detective.

LA TRISTE REALIDAD DE UN PAÍS QUE SE DESANGRA

Mientras los forenses finalmente levantaban el pesado bulto con sumo cuidado para subirlo a la “camioneta de las tristezas” (la del SEMEFO), una sensación de pesadez cayó sobre el barrio.

Mis valedores, esta no es solo una nota roja más pa’ vender periódicos. Es el espejo de nuestra cruda realidad. Un ser humano, alguien que tuvo madre, que quizá tuvo hijos, que tuvo sueños, terminó sus días envuelto como basura y tirado en un lote baldío.

¿Qué clase de monstruo se toma el tiempo de envolver un cuerpo en sábanas? ¿Fue remordimiento? ¿Fue para que no se manchara la cajuela del carro donde lo transportaron? Esas sábanas, que deberían ser para el descanso y el amor, se convirtieron en la mortaja más triste del mundo.

Por ahora, el cuerpo ingresó a la morgue en calidad de desconocido. Nadie ha reclamado a la persona de las sábanas. Se espera que en las próximas horas, la autopsia revele las causas de la muerte (aunque por la sangre, nos olemos lo peor: plomo o fierro) y si se trata de “él” o “ella”.

La policía ministerial ya anda haciendo sus rondines, tocando puertas y preguntando con cara de pocos amigos si alguien vio alguna camioneta sospechosa en la madrugada, si escucharon ruidos raros o si falta algún vecino. Pero ya se la saben, en estos casos, al barrio le da amnesia colectiva por miedo a las represalias.

CIERRE DRAMÁTICO: ¡CUÍDENSE, RAZA!

Así las cosas en este valle de lágrimas. Hoy una familia no sabe que su ser querido ya no va a regresar a cenar. Hoy, la lista de la muerte sumó un número más.

Seguiremos informando en cuanto se destape la cloaca de este nuevo crimen que nos deja con el alma en un hilo y el coraje atorado en la garganta. Mientras tanto, pongan doble cerrojo a sus puertas, no anden de noche en lugares oscuros y encomiéndense al santo de su devoción, ¡porque la calle está que arde y el diablo no descansa! ¡Ahí nos vidrios!

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