Ultim0 Minut0 capturan al ase…Ver más

¡PÁRENLE A SUS ROTATIVAS Y AGÁRRENSE DEL ASIENTO, RAZA! PORQUE LO QUE ESTAMOS A PUNTO DE CONTARLES NO ES UNA PELÍCULA DE TERROR GRINGA, ¡ES LA PURA Y CRUDA REALIDAD MEXICANA QUE NOS GOLPEA EN LA CARA!
¡SE ACABÓ LA PESADILLA! CAE EL MISMÍSIMO LUCIFER DEL ESTADO DE MÉXICO. ¡ATRAPAN AL “MONSTRUO DEL DRENAJE”, EL ASESINO SERIAL QUE TENÍA A MEDIO PAÍS CON EL JESÚS EN LA BOCA!
SUBTÍTULO DE IMPACTO: El mensajito que te llegó al celular y te heló la sangre no era broma: “Ultim0 Minut0 capturan al ase…Ver más”. Ese “Ver más” escondía el final de la cacería humana más intensa de la década. ¡Aquí te contamos la neta, sin censura y con todos los pelos y señales que la tele no se atreve a pasar!
POR: EL TUNDEMÁQUINAS RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA DESDE EL INFIERNO DE ASFALTO
ECATEPEC, EDOMEX (O LA ZONA CERO DEL MIEDO).– ¡Ay, nanita! Si usted, amable lector de estómago curtido y nervios de acero, pensaba que ya lo había visto todo en este México nuestro, tan lindo y tan herido, permítame decirle que se equivoca. La noticia que acaba de reventar hace apenas unos minutos ha hecho que hasta los policías más perros viejos se persignen.
Ese pitazo que vibró en millones de celulares, ese titular cortado que nos dejó con la angustia en la garganta, por fin tiene desenlace. No era un asaltante de combis cualquiera, no era un narcomenudista de esquina. ¡NO! Estamos hablando de la captura del ente maligno que convirtió las noches de la periferia en un verdadero toque de queda no oficial: el infame, el escurridizo, el sanguinario “Monstruo del Drenaje Profundo”.
CRÓNICA DE UNA CACERÍA: ENTRE EL MIEDO Y LA PSICOSIS COLECTIVA
Hagamos memoria, mi gente, porque el miedo se olvida rápido cuando sale el sol, pero las cicatrices quedan. Han sido seis meses… ¡SEIS MESES! de terror absoluto. Desde que empezaron a aparecer esos “paquetes” macabros en las lumbreras del Río de los Remedios, la vida no ha sido la misma para los vecinos de las colonias más bravas de la zona oriente.
¿Quién no recuerda el primer hallazgo? Una mañana neblinosa de martes, cuando Don Chuy, el pepenador, pensó que se había encontrado un maniquí roto y terminó vomitando el desayuno al ver que era… bueno, ustedes ya saben qué. Desde ahí, la psicosis se apoderó del barrio. Las jefecitas ya no dejaban salir a las morras después de las 6 de la tarde. Los señores, por muy machitos, ya le pensaban dos veces para cruzar los puentes peatonales solos.
El “Monstruo” operaba en las sombras, como una rata de alcantarilla (literalmente). Su modus operandi era brutal, quirúrgico y despiadado. Cazaba a los vulnerables, a los que la sociedad a veces olvida: trabajadoras de maquila que regresaban tarde, chavos que iban a la tienda, incluso se dice que un par de abuelitos. ¡Este hijo del averno no respetaba nada!
La policía, hay que decirlo con todas sus letras, ANDABA DANDO PALOS DE CIEGO. Que si era un trailero, que si era un carnicero loco, que si era una secta satánica. ¡Puro choro mareador para calmar a la raza! Mientras tanto, el contador de víctimas seguía subiendo y la impunidad calaba más hondo que el frío de enero.
EL PITAZO QUE LO CAMBIÓ TODO: CUANDO EL BARRIO SE HARTÓ
Pero dicen que no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo aguante. Y la caída de este chacal no vino de una investigación tipo CSI Miami con tecnología de punta. ¡Nanay! Vino del olfato (literal y figurado) de la gente del barrio.
Todo comenzó en una vecindad de mala muerte en la colonia “La Esperanza Perdida” (qué ironía de nombre, carajo). Una zona donde hasta el diablo entra con guardaespaldas. Ahí, en un cuartucho de azotea que siempre tenía las ventanas tapadas con cartones negros, vivía un tipo “X”. Un sujeto de unos 40 años, cara de yo-no-fui, de esos que saludan quedito y caminan mirando al suelo. Le decían “El Tuercas”, porque a veces chambeaba de mecánico.
Pero “El Tuercas” tenía secretos. Y los secretos, en una vecindad donde las paredes oyen, tarde o temprano apestan.
Fue Doña Rosa, la vecina del piso de abajo –una señora con un olfato más desarrollado que perro de la aduana– la que dio la alerta. “Oiga, oficial”, le dijo a una patrulla que pasaba de milagro, “allá arriba en el cuarto del Tuercas huele a madres. Pero no a basura, huele… huele a muerte, joven. Y se oyen ruidos raros en la madrugada, como si estuvieran cortando hueso pa’l pozole”.
EL OPERATIVO “CAÍDA DEL ÁNGEL NEGRO”: TENSIÓN AL LÍMITE
¡Y se armó la gorda! La Fiscalía, presionada hasta el cogote por la opinión pública, no quiso arriesgarse a que se les pelara otra vez. Esta tarde, mientras usted comía, se desplegó un operativo de aquellos que solo vemos en las películas.
Camionetas blindadas, elementos del grupo táctico con pasamontañas y armas largas que imponen respeto, drones zumbando en el cielo gris. Cerraron cuatro cuadras a la redonda. El aire se podía cortar con cuchillo. Los vecinos, chismosos pero con miedo, se asomaban por las rendijas de las ventanas.
“¡ABRA LA PUERTA! ¡SOMOS LA FISCALÍA!”, tronó el megáfono.
Silencio sepulcral en el cuartucho de azotea.
Los agentes no esperaron invitación. El ariete rompió la puerta de lámina como si fuera de papel. Y lo que encontraron adentro… ¡Dios nos agarre confesados!
LA CASA DE LOS HORRORES: LO QUE ESCONDE EL “VER MÁS”
Mis valedores, prepárense porque esto está fuerte. El cuartucho no era una vivienda, era un matadero. El olor, según cuentan los primeros peritos que salieron pálidos y con ganas de renunciar, era una mezcla indescriptible de químicos industriales y podredumbre.
En las paredes, garabatos sin sentido, planos de las alcantarillas de la ciudad y fotos de las víctimas que habían salido en los periódicos, marcadas con una “X” roja. En una esquina, herramientas que no eran precisamente para arreglar coches: sierras, cuchillos de carnicero bien afilados y tambos de plástico azul.
Y ahí estaba él. “El Tuercas”, el “Monstruo”. No era un gigante deforme como nos imaginábamos. Era un tipo flaco, con la mirada perdida y una frialdad que helaba la sangre. Estaba sentado en un camastro sucio, limpiando una segueta, como si nada pasara. No opuso resistencia. Al parecer, sabía que su hora había llegado.
LA CONFESIÓN QUE ENCHINA EL CUERO
Cuando lo sacaron esposado, con la cabeza gacha pero sin una pizca de arrepentimiento en los ojos, el barrio ya se había enterado. ¡Se quería armar el linchamiento! Cientos de personas rodeaban las camionetas gritando: “¡QUÉMENLO VIVO!”, “¡DÉJENNOSLO CINCO MINUTOS!”, “¡JUSTICIA POR NUESTRAS HIJAS!”.
Los policías tuvieron que meterle velocidad para que la turba iracunda no hiciera justicia por propia mano, que, seamos netos, a veces parece la única justicia que funciona en este país.
Ya en el Ministerio Público, y esto es información calientita que nos filtraron nuestras fuentes de confianza, el sujeto, identificado oficialmente como Rogelio “N”, de 42 años, no solo confesó… ¡sino que presumió sus crímenes!
Con una tranquilidad pasmosa, empezó a narrar cómo elegía a sus víctimas, cómo las acechaba y cómo utilizaba la red de drenaje para moverse sin ser visto y para deshacerse de las evidencias. Habló de “limpiar la ciudad”, de voces en su cabeza y de un odio profundo hacia la humanidad. ¡Un verdadero psicópata de libro de texto!
¿Y AHORA QUÉ? EL MIEDO A LA PUERTA GIRATORIA
Raza, el asesino está tras las rejas. Sí. Hoy muchos van a poder dormir un poquito más tranquilos en Ecatepec y sus alrededores. Se acabó la cacería de este “Monstruo”.
Pero la pregunta que nos carcome el alma a todos los mexicanos sigue ahí, latente: ¿SE HARÁ JUSTICIA DE VERDAD? ¿O al rato va a salir un juez con que “se violó el debido proceso” porque no le leeron sus derechos en tres idiomas y lo van a soltar?
El miedo ahora no es que nos atrape en la calle, es que el sistema podrido lo deje libre. Las familias de las víctimas, esas madres que llevan meses llorando sangre, exigen la pena máxima. No quieren choro mareador de los políticos que mañana se van a parar el cuello en las conferencias de prensa diciendo “Misión Cumplida”.
Quieren ver que este chacal no vuelva a ver la luz del sol. Quieren que se pudra en el rincón más oscuro del penal más culero que tengamos.
Por hoy, respiren profundo. La pesadilla del “Monstruo del Drenaje” ha terminado. Pero manténganse alerta, mi gente. Porque en esta jungla de asfalto, cuando cae un demonio, a veces otro ya está afilando las garras en la siguiente esquina.
Seguiremos informando, porque esta historia… esta historia todavía tiene mucha cola que le pisen. ¡Pónganse truchas!