Nunca más vuelvas a matar un ciempiés de casa. No tenía ni idea… Ver más

¡PAREN LAS PRENSAS Y SUELTEN ESA CHANCLA AHORA MISMO! ¡ESTÁN COMETIENDO UN ERROR FATAL DENTRO DE SU PROPIA CASA! LA VERDAD OCULTA Y ESPELUZNANTE QUE LOS CIENTÍFICOS NO QUERÍAN QUE SUPIERAS SOBRE EL “MONSTRUO” RÁPIDO DE LAS MIL PATAS. ¡NO MANCHES, ESTO TE VA A VOLAR LA CABEZA Y TE HARÁ SENTIR EL PEOR REMORDIMIENTO DE TU VIDA!
¿TÚ TAMBIÉN HAS SIDO VÍCTIMA DEL PÁNICO NOCTURNO? LEE ESTO ANTES DE QUE VUELVAS A COMETER UNA LOCURA.
CIUDAD DE MÉXICO, (CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA DOMÉSTICA).– ¡Ay, nanita! Agárrense de donde puedan, mis valedores, porque la información que estamos a punto de soltarles va a cambiar para siempre la forma en que ven los rincones oscuros de su cantón. Va a sacudir los cimientos de sus creencias y, la neta, los va a hacer sentir más culpables que cuando se comen la última rebanada de pizza sin avisar.
Todos hemos vivido esa escena de terror. Es una noche tranquila, martes, 3 de la mañana. Te levantas medio zombi al baño, con los ojos pegados, tanteando la pared buscando el interruptor. Enciendes la luz y… ¡ZAZ! ¡A LA BESTIA!
Ahí está. En la esquina de la regadera, o corriendo como alma que lleva el diablo por el zoclo de la pared. Una criatura salida del mismísimo infierno. Parece una pestaña postiza gigante que cobró vida y se metió esteroides. Tiene como treinta patas largas y peludas que se mueven a una velocidad que desafía las leyes de la física. Es feo con ganas. Es el terror de las jefecitas y el motivo por el que muchos hombres adultos gritan como niñas chiquitas.
Es el ciempiés de casa.
¿Y cuál es tu primera reacción, mi estimado compadre? No te hagas güey. El instinto chilango se activa en milisegundos. La adrenalina te sube a la cabeza. Buscas el arma de destrucción masiva más cercana: la legendaria “chancla voladora”, el periódico enrollado del domingo pasado, o si te sientes muy valiente, un zapato de vestir con suela dura.
Tu mente te grita: “¡Mátalo antes de que ponga huevos en tu cerebro!”. Y sin pensarlo dos veces… ¡PUM! Le das el chanclazo de tu vida. Queda una mancha en la pared y tú respiras aliviado, sintiéndote el héroe que acaba de salvar a su familia de una amenaza alienígena. “Ya chin%&ste, pinche bicho”, piensas victorioso.
¡PUES QUÉ CREES, WEY! ¡LA CAGASTE! ¡Y GACHO!
Ese momento de “victoria” es, en realidad, el momento en que te disparaste en el pie. Acabas de cometer un crimen contra tu propio bienestar.
Ese título que viste en internet, ese que decía: “Nunca más vuelvas a matar un ciempiés de casa. No tenía ni idea… Ver más”, no era clickbait barato. Era una advertencia real, un grito desesperado de la madre naturaleza que ignoraste por miedo a unas cuantas patitas de más.
LA REVELACIÓN QUE TE VA A DEJAR HELADO: EL HÉROE INCOMPRENDIDO QUE VIVE EN TUS SOMBRAS
Vamos a hablar con la neta. El ciempiés doméstico (cuyo nombre científico es Scutigera coleoptrata, pa’ los nerds) es feo. Sí, no mames, está horrible el pobre cabrón. Parece que fue diseñado por un comité de pesadillas. Pero juzgarlo por su apariencia es el error más grande que puedes cometer.
¿Qué pasaría si te dijera que ese bicho que acabas de aplastar con el Croc de tu sobrino no era el villano de la película… SINO EL HÉROE?
¡Así como lo oyes! El ciempiés de casa no es un invasor que viene a chuparte la sangre mientras duermes. ¡No! Es el Batman de tu hogar. Es el vigilante silencioso, el guardián oscuro que patrulla las zonas húmedas y oscuras de tu casa (baños, sótanos, detrás de los muebles viejos) para protegerte de los VERDADEROS monstruos.
¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE HACE ESTE BICHO MIENTRAS TÚ DUERMES? EL MENÚ SECRETO DEL CIEMPIÉS
Aquí es donde se pone buena la cosa y donde vas a empezar a pedir perdón de rodillas. El ciempiés de casa es un depredador nato. Es una máquina de matar perfecta, diseñada por la evolución para ser rápida y letal. ¿Pero a quién mata?
¿Te dan asco las CUCARACHAS? Esas que vuelan y se te pegan en el pelo, esas que caminan sobre tu comida cuando no ves. Pues adivina qué: ¡LAS CUCARACHAS SON EL PLATILLO FAVORITO DEL CIEMPIÉS! Un solo ciempiés puede mantener a raya una colonia entera de cucarachas pequeñas. Las persigue con su súper velocidad, las inyecta con un veneno (que a ti no te hace nada, tranquilo) y se las cena.
¿Odias a las ARAÑAS? ¿Te da pánico encontrar una viuda negra o una violinista en el rincón? El ciempiés también se las echa al plato. No discrimina.
¿Tienes problemas con las CHINCHES de cama que te dejan ronchas? ¿O los pececillos de plata que se comen tus libros y tu ropa? ¿O peor aún, las TERMITAS que se están comiendo la estructura de tu casa?
¡EL CIEMPIÉS SE LOS COME A TODOS! Es un exterminador profesional que trabaja GRATIS para ti, 24 horas al día, 7 días a la semana. No cobra, no pide vacaciones, no se queja. Solo pide que lo dejes trabajar en paz en su rincón oscuro.
Al matar al ciempiés, mis queridos lectores, no están eliminando una plaga. Están eliminando a la ÚNICA defensa natural que tiene su hogar contra las plagas que realmente transmiten enfermedades y destruyen su propiedad. Cuando aplastas a un ciempiés, básicamente le estás abriendo la puerta de par en par a las cucarachas y les estás diciendo: “¡Pásenle, aquí es buffet libre!”.
PERO ESPERA, ¡HAY MÁS! LA TECNOLOGÍA MORTAL DE SUS PATAS
¿Te has fijado por qué son tan rápidos? Esas 30 patas no son de adorno. Las usan para envolver a sus presas en una especie de “abrazo de la muerte”. Son tan efectivos cazando que rara vez fallan. Tienen dos “colmillos” modificados cerca de la cabeza con los que inyectan un veneno paralizante a los insectos.
“¡Ay, nanita, veneno!”, estarás pensando. ¡Cálmate, wey! Sus colmillos son tan pequeños y débiles que ni siquiera pueden atravesar la piel humana. A menos que seas una hormiga, no tienes nada que temer. Es más probable que te haga daño la chancla rebotando en la pared que el ciempiés. Ellos te tienen más miedo a ti que tú a ellos. Cuando te ven, corren porque saben que eres un gigante torpe y peligroso.
EL LLAMADO URGENTE A LA NACIÓN: ¡BASTA DE CIENTIPEDICIDIO!
Esto es un llamado de emergencia. Tenemos que cambiar nuestra mentalidad. Ya chole con el miedo irracional.
La próxima vez que te levantes a medianoche y veas a uno de estos “monstruos” corriendo por la tina, respira profundo. Aguanta el grito. Baja lentamente la chancla.
Míralo a los ojos (bueno, a sus múltiples ojos). Piensa en todas las cucarachas que ese pequeño guerrero ha evitado que caminen sobre tu cepillo de dientes. Piensa en las arañas venenosas que no llegaron a tu cama gracias a él.
En lugar de gritar “¡MUEERE SATANÁS!”, intenta decir: “Gracias, compadre. Buen trabajo. Sigue así”. Y déjalo ir. O si de plano no soportas verlo, agárralo con un vasito y un papel con mucho cuidado (¡son frágiles, no seas bestia!) y échalo al jardín. Pero no lo mates.
Matar un ciempiés de casa es un acto de ingratitud suprema. Es como escupirle al bombero que viene a apagar el incendio de tu casa solo porque no te gusta su uniforme.
CONCLUSIÓN: LA NETA DEL PLANETA
Si tu casa tiene muchos ciempiés, no significa que tu casa esté sucia por culpa de ellos. Significa que tienen mucha comida disponible. O sea, que tienes otras plagas escondidas que no has visto. Los ciempiés son solo el síntoma, no la enfermedad. Son la brigada de limpieza.
Así que ya lo saben, raza. Se acabó la ignorancia. Se acabó el chanclazo fácil. Respeten al ciempiés de casa. Es feo, es rápido, es peludo, pero es el mejor roomie que puedes tener. No paga renta, pero paga su estancia con sangre de cucaracha.
¡Comparte esta noticia bomba! Salva la vida de un ciempiés hoy y salva tu casa de las plagas mañana. ¡Que corra la voz y suelten las chanclas!