MENOR ENCONTRADO SIN VIDA EN… ver más

¡PÁRENLE A SUS PRENSAS Y AGÁRRENSE EL CORAZÓN PORQUE SE LES VA A SALIR DEL PECHO! ¡MÉXICO AMANECE BAÑADO EN LÁGRIMAS Y RABIA!
TÍTULO PRINCIPAL: ¡EL INFIERNO TIENE DIRECCIÓN Y CÓDIGO POSTAL! APARECE EL CUERPECITO DE UN ÁNGEL QUE FUE ARREBATADO POR BESTIAS HUMANAS. ¡LA NOTICIA QUE NADIE QUERÍA LEER PERO QUE TODOS TENEMOS QUE VER DE FRENTE!
SUBTÍTULO DE IMPACTO: El celular te vibró con ese titular maldito: “MENOR ENCONTRADO SIN VIDA EN… ver más”. Ese “ver más” escondía la pesadilla de cualquier padre. Hoy, con el nudo en la garganta y la bilis derramada, te contamos la cruda verdad detrás de los puntos suspensivos. Un niño que solo salió a jugar y terminó en un terreno baldío, víctima de la maldad que supura en nuestras calles olvidadas por Dios y por la autoridad. ¡Pásale, pásele y entérese del horror que tiene a una colonia entera pidiendo justicia a gritos y con antorchas en mano!
POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA DESDE EL EPICENTRO DEL DOLOR.
CIUDAD DE LA FURIA (Y DEL OLVIDO ETERNO).– ¡Ay, nanita! Si usted, amable lector de nervios de acero y estómago curtido en mil batallas urbanas, pensaba que ya lo había visto todo en este valle de lágrimas que llamamos país, permítame decirle que está muy equivocado. La realidad, esa señora necia y cruel, nos acaba de dar otra cachetada guajolotera que nos dejó viendo estrellitas y con el alma echa pedazos en el piso.
Esta madrugada, mientras usted quizás dormía calientito o se preparaba su cafecito para enfrentar la chamba, en la periferia de la ciudad, allá donde el pavimento se acaba y empieza la ley del más fuerte, se gestaba una tragedia de esas que te quitan el sueño pa’ siempre.
El pitazo nos llegó todavía con el sereno de la mañana. Las frecuencias de la policía, que usualmente son un concierto de claves aburridas, de repente se pusieron tensas. Un “10-54” (cadáver localizado) en la Colonia “Esperanza Perdida”. Hasta ahí, pan con lo mismo en esta metrópoli violenta. Pero luego vino el detalle que nos heló la sangre a los reporteros de guardia: “Se trata de un masculino… menor de edad. Repito, un niño”.
¡Chale, me cae! Esas palabras pesan toneladas.
CRÓNICA DE UN HORROR ANUNCIADO: “SOLO IBA A LA TIENDA, JEFA”
Para entender el tamaño del drama, hay que regresar el casete unas horas. Ayer por la tarde, el sol caía a plomo sobre las casitas de obra negra de la colonia. Carlitos (le pondremos así para proteger su identidad, aunque el daño ya está hecho), un chavito de apenas 9 años, con toda la energía del mundo y una sonrisa chimuela, le pidió permiso a su jefecita para salir.
“Amá, voy aquí a la tienda de Don Toño por unas papas, ahorita vengo”. Esas fueron sus últimas palabras. Palabras que hoy retumban en la cabeza de Doña Rosa como un martilleo incesante.
El niño salió con una moneda de diez pesos en la mano, brincando los charcos que dejó la lluvia de anoche. ¿Y qué pasó? ¡Nadie vio nada! ¡Nadie oyó nada! Como si se lo hubiera tragado la tierra. En este país, la gente desaparece en el trayecto de la puerta de su casa a la esquina.
Pasaron los minutos, luego las horas. La angustia de Doña Rosa se transformó en pánico. Salió a buscarlo gritando su nombre hasta desgañitarse. Los vecinos, raza solidaria del barrio, se unieron a la búsqueda con lámparas y palos. Pero la noche cayó pesada, oscura y cómplice.
EL HALLAZGO QUE NOS PARTIÓ LA MADRE A TODOS
El amanecer trajo luz, pero no esperanza. Fue Don Genaro, un señor ya mayor que sale a pepenar cartón antes de que salga el sol, quien se topó con el rostro del mismísimo diablo.
En un lote baldío, de esos que sirven de basurero clandestino, entre llantas viejas, cascajo y maleza que huele a orines, Don Genaro vio algo que no cuadraba. Parecía un bulto de ropa tirado. Al acercarse, con el corazón empezando a latirle chueco, se dio cuenta.
Ahí estaba Carlitos.
No vamos a entrar en detalles escabrosos, porque la neta no se trata de vender morbo barato, sino de exigir justicia. Pero el niño no estaba dormido. Su cuerpecito inerte, con la misma ropita de ayer, yacía boca abajo. La moneda de diez pesos ya no estaba. Sus zapatitos estaban llenos de lodo.
El grito que pegó Don Genaro despertó a media colonia. Fue un aullido de dolor puro que alertó a las primeras patrullas que, para variar, llegaron tarde a todo, menos a acordonar la escena.
EL CIRCO DE LAS AUTORIDADES Y LA FURIA VECINAL
En cuestión de minutos, el lote baldío se llenó de “luces de navidad”. Patrullas municipales, estatales, la Guardia Nacional pa’ la foto, y los “astronautas” (los peritos de blanco) que llegaron a hacer su chamba con esa frialdad burocrática que enchila.
La cinta amarilla de “PRECAUCIÓN” no fue suficiente para contener a la turba. Los vecinos estaban calientes. ¡Estaban que echaban lumbre! Y con razón.
“¡Ya estamos hartos! ¡Siempre es lo mismo! ¡Aquí nunca entra la patrulla y miren lo que pasa!”, gritaba una señora con un palo en la mano, enfrentando a los uniformados que, nerviosos, agarraban sus armas largas.
Y luego… llegó Doña Rosa.
Mis valedores, no hay sonido más desgarrador en este mundo que el llanto de una madre que acaba de perder a su cría. Cuando vio los zapatitos de su hijo asomando debajo de la sábana blanca térmica que le pusieron los paramédicos, la señora se derrumbó. Su alarido rompió el alma de todos los presentes, incluso la de los reporteros de nota roja más curtidos. Se necesitó que tres vecinas la sostuvieran para que no se metiera a la escena del crimen a abrazar a su pequeño.
¿QUIÉN FUE EL MONSTRUO? LA PREGUNTA QUE QUEMA
Mientras los peritos levantaban el cuerpo para llevárselo en la “camioneta de las tristezas” (el SEMEFO), la pregunta flotaba en el aire denso y polvoriento: ¿Qué clase de bestia le hace esto a un niño?
Las autoridades, como siempre, con su choro mareador: “Se abrirá una carpeta de investigación”, “llegaremos hasta las últimas consecuencias”, “no habrá impunidad”. ¡Puras habas! La gente del barrio ya se la sabe.
Se rumora entre los pasillos de la colonia que pudo ser algún malviviente de los que se juntan a drogarse en ese mismo terreno. Otros dicen que vieron una camioneta sospechosa rondando ayer. Pero la verdad es que, en este momento, el monstruo sigue suelto, caminando quizás entre nosotros, con las manos manchadas de sangre inocente.
CONCLUSIÓN: UN PAÍS QUE SE DESANGRA POR SUS NIÑOS
Ese titular que viste en tu celular, ese “MENOR ENCONTRADO SIN VIDA EN… ver más”, no es solo una noticia para ganar clics. Es el reflejo de un país que le está fallando a lo más sagrado que tiene: su infancia.
Hoy, una casa está de luto. Hoy, un plato de comida se quedará servido en la mesa. Hoy, una madre pide a gritos que alguien pague por haber apagado la luz de sus ojos.
Desde esta trinchera periodística, nos unimos al dolor y a la exigencia. ¡NO MÁS NIÑOS MUERTOS! ¡JUSTICIA PARA CARLITOS! Y si las autoridades no hacen su chamba, que se agarren, porque el barrio bravo está despertando y la paciencia ya se nos acabó.
Seguiremos informando, con el corazón roto, pero con la pluma lista. ¡Ahí nos vidrios, raza, y cuiden mucho a sus chilpayates!