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Esta chica fue encontrada luego de ser arrastrada por las lluvias🙁👉🏻…Ver mas

Esta chica fue encontrada luego de ser arrastrada por las lluvias🙁👉🏻…Ver mas

 

¡PÁRENLE A SUS PRENSAS Y AGÁRRENSE DEL ASIENTO PORQUE LO QUE ESTÁN A PUNTO DE LEER LES VA A HELAR LA SANGRE Y LUEGO LES VA A REINICIAR EL CORAZÓN!

TÍTULO PRINCIPAL: ¡DE LAS GARRAS DE LA MUERTE! LA VERDADERA Y ESCALOFRIANTE HISTORIA DETRÁS DE LA FOTO VIRAL: “ESTA CHICA FUE ENCONTRADA LUEGO DE SER ARRASTRADA POR LAS LLUVIAS”. ¡UN MILAGRO BAÑADO EN LODO Y LÁGRIMAS QUE SACUDE A TODO MÉXICO!

SUBTÍTULO DE IMPACTO: Todos vimos esa notificación maldita en el celular, ese emoji de carita triste y el dedo apuntando a un enlace que prometía horror. “Ver más”, decía. Y vaya que vimos más. Vimos el infierno que vivió una joven mexicana cuando el cielo se cayó a pedazos y las calles se convirtieron en ríos asesinos. Hoy, te contamos la neta, la crónica completa y sin censura del drama que tuvo a una familia con el alma en un hilo y a un barrio entero rezándole a la Virgencita. ¿Sobrevivió al brutal ataque de la naturaleza? ¡Pásale y entérate de los detalles que la tele fifí no te quiere contar!


POR: EL TUNDEMÁQUINAS RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA URBANA

CIUDAD DE LA FURIA (Y DEL DRENAJE TAPADO).– ¡Híjole, mi gente! Si ustedes son de los que piensan que las lluvias en esta ciudad son solo “charquitos” y tráfico lento, la historia de hoy les va a meter un susto de aquellos que no se curan ni con bolillo. Porque la neta del planeta es que, cuando Tláloc se enoja y las autoridades se hacen de la vista gorda con el alcantarillado, la tragedia está a la vuelta de la esquina.

Ayer por la tarde, el internet explotó. Una imagen granulada, un texto corto pero directo al corazón: “Esta chica fue encontrada luego de ser arrastrada por las lluvias🙁👉🏻…Ver mas”. ¡No manches! A todos se nos bajó la presión. El morbo pudo más y el clic fue inevitable. Pero lo que encontramos no fue una “fake news”, fue la pesadilla viviente de Lupita (nombre protegido para no echarle más sal a la herida), una estudiante de enfermería de apenas 22 años, cuyo único pecado fue intentar regresar a casa después de un turno doble en el hospital.

LA CALMA ANTES DE LA TROMBA: CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO

Todo comenzó como siempre empieza el caos en nuestras colonias populares, esas que están en las laderas de los cerros, donde el pavimento es un lujo y las barrancas son una amenaza constante. Eran las 6:30 PM en la colonia “Lomas del Peligro” (ustedes saben cuál es, esa donde el agua siempre busca su cauce antiguo).

Lupita bajó del microbús. Estaba cansada, con los pies hinchados de tanto estar parada atendiendo pacientes. El cielo ya estaba negro, color panza de burro, y los truenos avisaban que se venía un tormentón de aquellos. Ella solo quería llegar a su cantón, echarse unos tacos y dormir.

Empezó a chispear. Luego, a llover fuerte. Y en cuestión de diez minutos, ¡la tromba! No era lluvia, compadres, eran cubetadas de agua que caían con furia. Las calles inclinadas de la colonia se transformaron en cuestión de segundos en toboganes de la muerte. El agua puerca, mezclada con basura (¡esa maldita costumbre de tirar todo a la calle!), empezó a subir de nivel rapidísimo.

EL MOMENTO DEL TERROR: “SENTÍ QUE LA HUESUDA ME JALABA LOS PIES”

Testigos que estaban refugiados en las tienditas, viendo llover y persignándose, cuentan que Lupita intentó cruzar la avenida principal, que ya para ese entonces era un río embravecido. “El agua le llegaba a los tobillos, luego a las rodillas”, nos contó Doña Chonita, la de las quesadillas, todavía temblando del susto. “Le gritamos: ‘¡Mija, no cruces, espérate!’, pero creo que el ruido del aguacero no la dejó oír”.

Y ahí vino la tragedia. ¡Zas! Un paso en falso. Tal vez una coladera destapada (¡clásico de nuestras autoridades!), tal vez una piedra traicionera bajo el agua lodosa. Lupita perdió el piso.

El grito que pegó la muchacha fue ahogado por el estruendo de la corriente. La fuerza brutal del agua, que bajaba del cerro con toda la potencia de la naturaleza encabronada, la derribó como si fuera una muñeca de trapo.

“¡Se la lleva! ¡Se la lleva el agua!”, empezaron a gritar los vecinos. Varios hombres valientes intentaron correr, aventarle una cuerda, algo, ¡lo que fuera! Pero la velocidad del torrente era inhumana. Lupita manoteaba, trataba de agarrarse del asfalto, de un poste, pero el agua la revolcaba, la sumergía y la volvía a escupir metros más adelante, golpeándola contra banquetas y coches estacionados.

Fue cuestión de segundos. La corriente la arrastró hacia la boca de lobo: la entrada al embovedado de la barranca, un túnel oscuro donde el agua se acelera y desaparece bajo la tierra. Lupita fue tragada por la oscuridad. ¡Ay, nanita! Nadie daba un peso por su vida en ese momento.

LA ANGUSTIA DE UNA MADRE Y LA SOLIDARIDAD DEL BARRIO

La noticia corrió más rápido que el agua. La madre de Lupita, Doña Rosa, llegó al lugar de los hechos en chanclas, gritando el nombre de su hija con un dolor que partía el alma. ¡Imagínense la escena! Una madre viendo el hueco negro por donde su hija desapareció.

¿Y las autoridades? ¡Bien, gracias! Protección Civil brilló por su ausencia las primeras dos horas. “Siempre es lo mismo, llegan ya que el niño se ahogó”, reclamaban los vecinos encabronados.

Pero el barrio no se rajó. Se armaron brigadas con lámparas, cuerdas y pura fuerza de voluntad. Hombres y mujeres se metieron al lodo, bajaron a la barranca más adelante, arriesgando el pellejo, buscando cualquier señal de la chica. Fueron horas de angustia. Horas de pensar lo peor. El “Ver más” del titular de las noticias se sentía como una sentencia de muerte.

EL MILAGRO EN EL FANGAL: ¡ESTÁ VIVA, CABRONES, ESTÁ VIVA!

Pasaron cuatro horas eternas. La lluvia había bajado un poco, pero el frío calaba los huesos. Fue a unos tres kilómetros río abajo, en una zona donde la barranca se abre y se llena de maleza y basura acumulada, donde ocurrió el milagro.

“El Beto”, un chavo que andaba buscando con su linterna, vio algo blanco atorado entre unas ramas y llantas viejas. Parecía un bulto de ropa. Al acercarse, el corazón se le paró.

¡Era Lupita!

Pero la imagen era devastadora. La chica estaba irreconocible. Cubierta de pies a cabeza de un lodo espeso y negro, con la ropa desgarrada por la fuerza de la corriente y los golpes. Estaba hecha un ovillo, temblando incontrolablemente, aferrada a una raíz como si fuera su último aliento de vida.

“¡Aquí está! ¡La encontré!”, gritó El Beto con todas sus fuerzas.

La noticia fue un tanque de oxígeno para todos. Cuando la sacaron, Lupita no hablaba. Estaba en shock. Sus ojos, desorbitados, miraban a la nada. Tenía golpes en todo el cuerpo, hipotermia severa y había tragado mucha agua sucia. Pero respiraba. ¡Respiraba, carajo!

EL DESENLACE Y LA RABIA: ¿HASTA CUÁNDO, GOBIERNO?

La imagen de Lupita siendo cargada por los vecinos, hecha un “cristo” de lodo, es la que le dio la vuelta al internet y generó ese titular que nos trajo hasta aquí. Fue encontrada, sí. Viva, de milagro. La huesuda la tuvo entre sus brazos, la arrastró por el infierno subterráneo de la ciudad, pero la soltó de último momento.

Hoy, Lupita está en el hospital, delicada pero estable. Se recupera de los golpes y de una posible infección por el agua contaminada. Pero las heridas del alma, esas van a tardar más en sanar.

Esta historia tuvo un final agridulce, pero nos deja con una rabia que no cabe en el pecho. ¿Por qué tiene que pasar esto? ¿Por qué nuestras calles se vuelven trampas mortales con una lluvia fuerte? ¿Dónde están los impuestos que pagamos para el drenaje?

¡Qué poca madre de las autoridades que permiten que esto siga pasando año tras año! Lupita vivió para contarlo, pero la próxima víctima podría no tener la misma suerte.

Así que ya saben, raza, cuando vean llover, no se hagan los valientes. El agua no tiene amigos. Y a los del gobierno: ¡Pónganse a jalar y destapen las coladeras, que la vida de la gente no es un juego!

Seguiremos informando sobre la recuperación de esta guerrera que le ganó una carrera a la muerte. ¡Fuerza, Lupita, todo México está contigo!

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