Estas son las consecuencias graves de dormir con un… Ver más

¡ALERTA ROJA, MÉXICO! UN FIN DE SEMANA SACADO DEL MISMÍSIMO INFIERNO: ENTRE EL HORROR MÉDICO DE “DORMIR ACOMPAÑADO”, CARRETERAS BAÑADAS EN SANGRE Y LA VANIDAD QUE NOS ESCUPE EN LA CARA MIENTRAS LA RAZA SUFRE
SUBTÍTULO DE IMPACTO: El chisme morboso en redes empezó con una frasecita que nos picó la curiosidad a todos: “Estas son las consecuencias graves de dormir con un…”. ¡Ay, nanita! Lo que descubrimos al darle clic no fue un lío de faldas, sino el inicio de una pesadilla médica que parece brujería. Pero eso fue solo el aperitivo de 72 horas donde el Diablo se soltó el chongo en territorio azteca: autobuses convertidos en ataúdes de metal, el cinismo de las “buchonas” del internet frente a la miseria más perra, y la huesuda trabajando horas extras. Pásale, pásele y si tiene estómago de acero, entérese del verdadero rostro del miedo en esta edición especial de LÁGRIMAS Y PLOMO.
POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / DESDE EL EPICENTRO DEL CAOS / PARA LA RAZA QUE NO SE RAJA, AUNQUE NOS ESTÉ LLEVANDO LA FREGADA
CIUDAD DE MÉXICO, LUNES NEGRO DE CRUDA MORAL Y ESPANTO.— ¡Qué Dios nos agarre confesados, mis valedores! Si usted, amable lector de nervios templados, pensaba arrancar la semana tranquilo, mejor siéntese y tómese un bolillo duro pa’l susto, porque el resumen de este fin de semana parece escrito por el guionista más retorcido del cine de terror.
Amanecemos con el alma en un hilo y el Jesús en la boca. Todo comenzó con ese titular maldito que circuló en el “Feis”: “Estas son las consecuencias graves de dormir con un… Ver más”. ¡Ese maldito “Ver más” que nos atrae como moscas a la miel! Todos pensamos: “¿Con un qué? ¿Un ex tóxico? ¿Un desconocido?”.
¡Qué equivocados estábamos, raza! La realidad nos dio una cachetada guajolotera que nos dejó viendo estrellitas.
EL GABINETE DE LOS HORRORES: EL MISTERIO DE LA CAMA Y LOS ENIGMAS QUE PARECEN BRUJERÍA
Agárrense, porque lo que se destapó en las salas de urgencias este fin de semana no tiene nombre. El caso que se escondía tras ese clic no era un drama pasional, ¡era un horror biológico!
Resulta que las “consecuencias graves” fueron para una persona que, en su ignorancia, durmió abrazada a… ¡un animal exótico traído de quién sabe qué selva! Lo que siguió fue digno de una película de aliens. Los reportes médicos —esos que te revuelven la tripa— hablan de parásitos desconocidos, de larvas que se metieron bajo la piel y empezaron a hacer fiesta en el organismo del susodicho. ¡Cosas del mismísimo chamuco! Las imágenes filtradas (que por respeto a su desayuno no describiremos a detalle) muestran ronchas que palpitan y doctores con cara de “¡¿qué demonios es esto?!”.
Pero si creen que ahí paró la cosa médica, están muy equivocados. Pareciera que se abrieron las puertas del manicomio. Llegaron casos de gente que se tragó objetos metálicos enteros —sí, ¡cadenas, oiga usted!—, y radiografías de huesos rotos en accidentes de moto que parecen rompecabezas imposibles, con los fierros de fuera. ¡Si eso es vivir, está muy cabrón!
CARRETERAS AL INFIERNO: EL ASFALTO SE TIÑÓ DE ROJO Y LUTO
Mientras los médicos luchaban contra monstruos microscópicos, en el asfalto mexicano se vivía una verdadera carnicería a gran escala. La imprudencia, esa eterna comadre de la muerte, tomó el volante de vehículos pesados y pisó el acelerador a fondo.
¡Tragedia con mayúsculas, mi gente! Vimos cómo el autobús de la línea “Rosario Bus”, ese gigante azul que mueve a la gente chambeadora que va por la chuleta diaria, terminó convertido en un acordeón de fierros retorcidos, humo y lamentos en medio de la nada. ¡No tuvieron oportunidad! Las fotos son brutales y nos parten el alma: el camión destrozado como si fuera de papel y, a un lado, sobre la tierra fría y el pavimento caliente, la cosecha de la parca: decenas de cuerpos cubiertos con esas frías sábanas blancas o mantas térmicas plateadas, alineados como fichas macabras de un dominó que nadie quiso jugar.
Pero el cafrerío no paró ahí. En otro punto de la república, una mole de acero, un camión de carga manejado por una bestia al volante, aplastó a un vehículo compacto hasta dejarlo como una miserable lata de refresco prensada. ¡Ahí no hubo sobrevivientes, solo fierros y lamentos ahogados! Y para colmo de la locura, hasta un avión caza militar terminó panza arriba en un campo, como juguete roto. ¡Ya ni por aire estamos seguros, carajo!
EL GRAN CONTRASTE QUE ENCABRONA: LA VANIDAD TÓXICA VS. LA MISERIA QUE DUELE
Y aquí es donde a uno le hierve la sangre de pura indignación, parientes. El contraste brutal que nos escupe en la cara la descomposición social de este México mágico y trágico.
Mientras el país se desangra en las carreteras y se retuerce en los hospitales, el circo de la vanidad en redes sociales sigue su función a todo volumen, frívolo e insultante.
Ahí tienen a las nuevas “buchonas” y a las que se sienten influencers, más preocupadas por el filtro, el silicón y la pose sexy en el espejo del baño, o en su silla “gamer” rosa anunciando “Más videos acá”, vendiendo espejitos y carne mientras el mundo arde a su alrededor. ¡Qué poca madre! La polémica estalló hasta en las escuelas, con el debate nacional sobre las mamás o maestras que van a recoger a las bendiciones en atuendos que dejan poco a la imaginación. ¿Libertad o falta de respeto en un país que se desmorona?
Pero la imagen que te parte el alma de verdad, la que debería darnos vergüenza a todos y que contrasta con tanto lujo falso, es la del otro extremo de la balanza: un niño pequeño, un verdadero héroe trágico sin capa, captado cargando un huacal de verduras más grande y pesado que él mismo en su pequeña espalda. Con sus botitas de hule para el lodo, ese chavito se parte el lomo para medio comer, mientras otros lloran porque se les cayó el Instagram. ¡Este es el México real que nadie quiere ver! El de la madre indígena pidiendo limosna en la banqueta con sus bebés en el rebozo, invisibles para los que pasan en sus camionetones del año.
EPÍLOGO DE UNA SEMANA DE TERROR: LA “TRISTEZA NACIONAL”
El fin de semana cierra con un sabor amargo, metálico, a plomo, sangre, parásitos raros y lágrimas. La imagen que resume todo este desmadre es la de esa pareja de abuelitos que apareció en una portada, con sus rostros arrugados bañados en llanto, bajo el titular: “TRISTEZA NACIONAL”.
Ellos son el rostro de los que perdieron al hijo en el autobús, de los que no tienen para la medicina, de los que ven cómo el país se nos va de las manos entre la violencia y la frivolidad.
México está herido de muerte, raza. Está sangrando por los cuatro costados. Ese titular morboso sobre “dormir con…” resultó ser la puerta de entrada a una realidad que supera cualquier ficción. Solo nos queda persignarnos, abrazar a los nuestros hoy que los tenemos, y rogar porque la próxima vez que salgamos a la calle a buscar la chuleta, la huesuda no nos tenga en su lista de pendientes. ¡Cuídense mucho, que la cosa está que arde y el diablo anda suelto! Seguiremos informando… si es que la realidad nos lo permite y no nos lleva la tristeza antes.