Fatal accidente pierde la vida el hijo de… ver más

¡PÁRENLE A SUS ROTATIVAS Y AGÁRRENSE DEL ASIENTO, RAZA! PORQUE LO QUE ESTAMOS A PUNTO DE CONTARLES NO ES UN CHISME DE LAVADERO, ES LA PURA Y CRUDA TRAGEDIA QUE NOS HA DEJADO A TODOS CON EL JESÚS EN LA BOCA Y EL CORAZÓN HECHO PASITA.
¡SE NOS HELÓ LA SANGRE! LA NOCHE QUE LA “HUESUDA” SE LLEVÓ AL HEREDERO DE UN IMPERIO EN UN ACCIDENTE QUE PARECE SACADO DEL MISMO INFIERNO.
SUBTÍTULO DE IMPACTO: Todos vimos esa notificación maldita en el celular: “Fatal accidente pierde la vida el hijo de… ver más”. Ese “ver más” nos tuvo con el alma en un hilo toda la madrugada. ¿Quién era? ¿De quién se trataba? Hoy, con el dolor a flor de piel, les destapamos la verdad detrás de los fierros retorcidos que enlutan a una de las familias más poderosas de México. Prepárense, porque esto está más fuerte que un tequila doble en ayunas.
POR: EL TUNDEMÁQUINAS RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA EXCLUSIVA
CIUDAD DE MÉXICO (Y EL LUTO SE SIENTE HASTA EN LAS PIEDRAS).– Ay, nanita. No hay palabras, mis valedores, no existen letras suficientes en el abecedario para describir el tremendo madrazo que nos dio la realidad esta mañana. Si usted es de los que se espanta fácil, mejor siéntese y tómese un bolillo pal’ susto, porque la huesuda anduvo desatada y no respetó ni apellido, ni cartera, ni camionetón del año.
Todo comenzó como un rumor venenoso en las redes sociales. Ya saben cómo es la raza de mitotera. Empezaron a circular fotos borrosas de una carretera federal, de esas que parecen boca de lobo y que huelen a peligro. Luces rojas y azules de patrullas pintando la noche, y en medio de la nada, lo que quedaba de una “nave” que costaba más que tu casa y la mía juntas.
El titular cortado nos tenía comiéndonos las uñas: “Fatal accidente pierde la vida el hijo de…”. ¿De quién, carajo? ¿De un político? ¿De un narco? ¿De un artista? La incertidumbre mataba más que el mismo choque.
Pero la verdad siempre sale a la luz, aunque duela. Y esta vez, dolió hasta el tuétano.
LA CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA A 200 KM/H
Eran pasaditas de las 3 de la mañana en la autopista México-Querétaro, esa víbora de asfalto que ya se ha tragado a tantos. Dicen los testigos –unos traileros que se quedaron fríos al ver el fogonazo– que aquello no parecía un coche, sino un misil rasurando la carretera.
Se trataba de un Lamborghini Huracán, color amarillo “mírame a huevo”, de esos que solo los verdaderos “juniors” de oro pueden manejar. Al volante iba él. Joven, guapo, con la vida resuelta y la cartera llena de tarjetas negras. Lo tenía todo, menos prudencia esa noche.
Las primeras periciales indican que el exceso de velocidad, combinado con una curva traicionera y quizás –solo quizás, porque eso lo dirá la autopsia– unas copitas de más de alguna fiesta “fifi”, fueron el cóctel mortal. El súper deportivo perdió el control. No hubo manos expertas que valieran. El coche patinó como jabón en baño público y se fue directo, sin escalas, contra la base de concreto de un puente peatonal.
¡PUM! El estruendo se escuchó a kilómetros. El Lamborghini, esa joya de la ingeniería italiana, se convirtió en un acordeón de fibra de carbono y aluminio en cuestión de segundos.
LA ESCENA DANTESCA QUE HIZO LLORAR A LOS PARAMÉDICOS
Cuando llegaron los “ángeles verdes” y la Cruz Roja, se toparon con una escena sacada de una película de terror. Y miren que ellos han visto cosas feas, pero esto… esto estaba cañón. No había nada que hacer. La brutalidad del impacto fue tal que el conductor murió al instante. La “Huesuda” no le dio ni chance de pedir perdón.
Los bomberos tuvieron que usar las “quijadas de la vida” para cortar el techo y poder sacar lo que quedaba del joven. Fue un trabajo quirúrgico entre lágrimas y rezos de los curiosos que ya se habían bajado de sus coches, tapándose la boca del horror.
SE REVELA EL MISTERIO: EL DOLOR DE UN PADRE PODEROSO
Y entonces, llegó el momento que nadie quería presenciar. Una caravana de camionetas blindadas, de esas Suburban negras que imponen respeto nomás de verlas, llegó quemando llanta al lugar del siniestro.
De la primera camioneta bajó un hombre que todos en México conocemos. Un hombre de negocios, un tiburón de la industria, Don Fausto “El Rey del Cemento” (omitimos el apellido real por respeto al duelo, pero ustedes ya saben de quién hablo, raza). Un hombre que con una llamada puede mover montañas, pero que esa noche, frente a los fierros humeantes donde yacía su sangre, era el ser más miserable de la tierra.
El grito que pegó Don Fausto cuando vio el coche de su hijo… ¡No manches! Ese grito no se me va a olvidar nunca. Fue un rugido de bestia herida, un lamento que partió la noche en dos. El hombre fuerte, el intocable, se dobló de rodillas en el asfalto frío, llorando como un niño chiquito.
Sí, señores. El joven que perdió la vida era su hijo menor, su consentido, el “Junior de Oro” que estaba preparándose para heredar el imperio. El que salía en las revistas del corazón y tenía miles de seguidores en Instagram presumiendo sus lujos. Hoy, esos lujos no valen nada.
LA REFLEXIÓN QUE NOS QUEDA: LA MUERTE NO PIDE VISA
Esta tragedia, mis valedores, nos deja una lección muy perra. No importa cuánta lana tengas en el banco, no importa si tu papá es el mero mero de México, o si traes el coche más rápido del mundo. Cuando te toca, te toca. La carretera no respeta apellidos.
Hoy una mansión en las Lomas está llena de flores blancas y llanto. Hoy, un padre poderoso daría toda su fortuna por un minuto más con su muchacho.
Que esto nos sirva de escarmiento a todos los que le pisamos de más al acelerador pensando que somos inmortales. Bájenle dos rayitas, raza. La vida es un suspiro y no retoña.
Descansa en paz, joven heredero. Que la tierra te sea leve y que allá arriba encuentres la paz que la velocidad te arrebató aquí abajo. ¡Qué Dios nos agarre confesados!