Hija del ejecutivo desaparece en premiación en Tijuana. 9 años después haya esto en hotel, el trabajador de limpieza empujó el carrito por el pasillo del Hotel Plaza Tijuana. Era martes 12 de agosto de 2025 y las renovaciones del quinto piso habían comenzado esa semana.
Miguel Ramírez Contreras llevaba 15 años trabajando en el hotel y conocía cada rincón del edificio. Al abrir la habitación 517, que llevaba cerrada desde 2016, Miguel notó algo extraño. Detrás del radiador, parcialmente oculta, brillaba una pequeña cadena dorada. Se agachó y la tomó con cuidado.
Era una pulsera con una placa grabada. Sofía M, 15 años. Con amor, papá.
Miguel reconoció el nombre inmediatamente. Sofía Mendoza Herrera, la hija del ejecutivo farmacéutico que había desaparecido durante la ceremonia de premiación de la Asociación Médica de Tijuana en abril de 2016. El caso había ocupado las portadas durante meses. Llamó de inmediato a la recepción.
Necesito hablar con el gerente.
Encontré algo importante en la 517. 30 minutos después, Miguel estaba sentado frente a Jaime Morales Rivera, el gerente actual del hotel, quien no trabajaba allí durante los eventos de 2016. ¿Está seguro de que es la misma pulsera?, preguntó Morales. Completamente. Mi esposa siguió el caso muy de
cerca.
La niña tenía 15 años cuando desapareció. Esta pulsera apareció en todas las fotos de los periódicos. Morales examinó la joya. La habitación 517 había permanecido fuera de servicio desde 2016, oficialmente por problemas de plomería que nunca fueron reparados del todo. Solo el personal de
mantenimiento tenía acceso. “Voy a llamar a la policía”, decidió Morales. “Y también debería contactar al padre.
” Roberto Mendoza Vázquez recibió la llamada a las 3 de la tarde en su oficina de laboratorios Mendoza. Durante 9 años no había pasado un solo día sin pensar en su hija. Había contratado investigadores privados, ofrecido recompensas, mantenido viva la búsqueda cuando las autoridades prácticamente
archivaron el caso.
¿Encontraron qué?, preguntó sintiendo que las piernas le temblaban. La pulsera de su hija, señor Mendoza, la que le regaló para su cumpleaños número 15. Roberto cerró los ojos. Recordaba perfectamente esa pulsera. la había mandado hacer especialmente en la joyería Ramírez del centro de Tijuana.
Sofía la llevaba puesta la noche de su desaparición.
¿Dónde exactamente la encontraron? En la habitación 517, detrás del radiador. Es una habitación que ha estado cerrada desde, bueno, desde entonces. Roberto sintió una mezcla de esperanza y terror. Durante 9 años había imaginado qué había pasado con Sofía esa noche del 28 de abril de 2016. La
ceremonia de premiación había sido un evento elegante. Médicos, ejecutivos, farmacéuticos, personalidades del sector salud.
Sofía lo había acompañado como su invitada especial, orgullosa de ver a su padre recibir el reconocimiento por su trabajo en el desarrollo de medicamentos innovadores. A las 9:30 de la noche, Sofía había dicho que iba al baño. Nunca regresó. “Voy para allá”, le dijo al gerente. “No toquen nada más.
” Roberto llamó inmediatamente a Carmen Ruiz Delgado, la detective que había manejado el caso original. Carmen ahora trabajaba en la división de personas desaparecidas de la Procuraduría General de Justicia de Baja California. Detective Ruiz, habla Roberto Mendoza. Señor Mendoza, ¿cómo está?
Encontraron la pulsera de Sofía en el hotel Plaza. Hubo un silencio largo al otro lado de la línea. ¿Estás seguro? completamente.
Puede venir al hotel. Salgo en 10 minutos. Roberto llegó al hotel Plaza a las 4:15 pm. El gerente lo esperaba en el lobby junto con Miguel, el trabajador que había hecho el hallazgo. Carmen Ruiz llegó 15 minutos después acompañada por el técnico forense Luis García Mendoza. Muéstrenme exactamente
dónde encontraron la pulsera”, pidió Carmen.
Subieron al quinto piso. La habitación 517 estaba exactamente como la había dejado Miguel. La puerta abierta, herramientas de limpieza junto al radiador. “Estaba aquí”, explicó Miguel señalando el espacio entre el radiador y la pared. Apenas se veía, pero brilló cuando le pegó la luz. Carmen se
puso guantes de látex y examinó el área cuidadosamente. Luis comenzó a fotografiar la escena.
Esta habitación estuvo ocupada la noche de la desaparición, preguntó Carmen al gerente. Tendría que revisar los registros, pero puedo decirle que desde mayo de 2016 no se ha usado para huéspedes. Roberto observaba todo en silencio, con la pulsera de su hija guardada en una bolsa de evidencia. La
cadena era delicada, de oro de 14 kilates.
La placa tenía una pequeña abolladura que él recordaba perfectamente. Sofía se la había hecho jugando en el jardín dos semanas después de recibir el regalo. “Señor Mendoza,” dijo Carmen, “neito que me ayude a recordar los detalles de esa noche, todo lo que pueda.” Roberto respiró profundo. Había
contado la historia cientos de veces, pero cada vez dolía igual. La ceremonia comenzó a las 7.
Sofía llevaba un vestido azul marino que habíamos comprado especialmente para la ocasión. Cenamos en el salón principal del hotel. Yo iba a recibir el premio a la innovación farmacéutica por nuestro trabajo en medicamentos para diabetes. ¿Quién más estaba presente? Los principales médicos de
Tijuana, ejecutivos de otras farmacéuticas, funcionarios de la Secretaría de Salud, como 300 personas.
Sofía habló con alguien en particular. Roberto hizo memoria con el Dr. Eduardo Salinas Moreno. Él estaba en nuestra mesa. Es era el presidente de la Asociación Médica, un hombre muy respetado. Sofía le preguntó sobre la carrera de medicina. Carmen tomó notas. El nombre de Salinas aparecía
extensamente en el expediente original. Había sido una de las últimas personas en ver a Sofía.
¿A qué hora exactamente desapareció? A las 9:30. Yo estaba hablando con otros ejecutivos cerca del podium. Sofía se disculpó y dijo que iba al baño. Después de 20 minutos comencé a preocuparme. La busqué en el baño de mujeres. Pedí a una señora que entrara a revisar. No estaba ahí.
¿Qué hicieron entonces? Primero pensamos que tal vez había salido a tomar aire fresco al jardín del hotel, pero después de una hora de búsqueda, llamé a la policía. Luis terminó de fotografiar la escena y comenzó a buscar otras evidencias. Pasó una luz ultravioleta por la habitación. Revisó las
superficies en busca de huellas dactilares. “Esta habitación fue revisada en 2016”, preguntó Luis al gerente. No que yo recuerde, pero no trabajaba aquí en esa época.
El gerente anterior fue Héctor Vega Santana. Se jubiló en 2018. Carmen hizo otra anotación. Necesitamos contactar al señor Vega. Mientras Luis trabajaba, Roberto caminó por la habitación. Era una suite estándar, cama king size, escritorio, sillón, baño completo. Las ventanas daban al
estacionamiento posterior del hotel.
“Detective, ¿por qué esta habitación estuvo cerrada tanto tiempo?”, preguntó Roberto. El gerente se aclaró la garganta. Según los registros, hubo problemas con las tuberías, filtraciones que dañaron el piso, pero ahora que lo pienso, es extraño que no se haya reparado en 9 años. Carmen y Roberto
intercambiaron miradas. “Quiero revisar todos los registros de esa noche”, dijo Carmen.
“Lista de huéspedes, empleados que trabajaron, registros de mantenimiento, todo.” Por supuesto, los archivos están en la oficina administrativa. Luis terminó su inspección inicial. Necesito más tiempo para un análisis completo, pero puedo adelantar algo. Hay residuos de cabello rubio en la alfombra
cerca del radiador y encontré esto.
Mostró una pequeña bolsa con lo que parecía ser un fragmento de tela azul marino. Roberto sintió que el corazón se le detenía. El vestido de Sofía era azul marino. Carmen tomó la bolsa de evidencia. Después de 9 años, finalmente tenían algo concreto. La pulsera de Sofía no había aparecido por
casualidad en esa habitación.
Alguien la había puesto ahí o ella había estado ahí. Señor Mendoza, necesito que prepare una lista de todas las personas que recuerde haber visto esa noche. Médicos, ejecutivos, empleados del hotel, cualquiera que pueda recordar. La tengo. La hice 1 veces durante los primeros años de la
investigación. Carmen revisó su reloj. Eran las 6:30 pm. Regresemos a la comandancia.
Voy a reabrir oficialmente el caso y vamos a encontrar al doctor Salinas. Tengo algunas preguntas nuevas para él. Mientras abandonaban el hotel, Roberto miró una vez más hacia el quinto piso. La habitación 517 tenía las cortinas cerradas como si guardara secretos que por fin estaban comenzando a
salir a la luz. La pulsera de Sofía era solo el principio.
Carmen Ruiz Delgado abrió el expediente de Sofía Mendoza en su oficina a las 7:30 am del día siguiente. El archivo contenía 847 páginas de testimonios, fotografías, reportes forenses y seguimientos investigativos. Había sido uno de los casos más mediáticos de su carrera. Roberto llegó puntualmente
a las 8 cargando una caja con documentos personales y fotografías que había mantenido organizadas durante 9 años.
“Detective, aquí tengo todo lo que recopilé por mi cuenta”, dijo Roberto colocando la caja sobre el escritorio. Carmen comenzó con el reporte inicial. La desaparición se había reportado a las 10:47 pm del 28 de abril de 2016. Los primeros agentes en llegar fueron Marcos Herrera López y Patricia
Sánchez Medina. Según el reporte original, ustedes buscaron a Sofía durante una hora antes de llamarnos. Exacto.
No queríamos sonar alarmistas. Pensamos que tal vez había salido al jardín o se había encontrado con alguien conocido. Carmen revisó las fotografías de la escena. El salón principal del hotel Plaza estaba elegantemente decorado. Mesas redondas con manteles blancos, centro de mesa con flores, un
podium donde se entregaron los reconocimientos.
¿Quién estuvo en su mesa específicamente? Roberto sacó una fotografía de su caja. Aquí están todos. Yo, Sofía, el Dr. Eduardo Salinas Moreno y su esposa Lucía Herrera Campos, el Dr. Raúl Miranda Castro y su esposa Ana Belén Ruiz Morales y el farmacéutico Jesús Torres Delgado con su esposa María
Fernanda Paz Rivera. Carmen estudió la fotografía.
Sofía se veía radiante en su vestido azul marino sonriendo junto a su padre. La pulsera dorada era claramente visible en su muñeca derecha. El doctor Salinas fue interrogado extensamente en 2016. Sí, cooperó completamente. Dijo que Sofía le había preguntado sobre la carrera de medicina que parecía
muy interesada en estudiar pediatría.
Carmen encontró el testimonio de Salinas en el expediente. El médico tenía entonces 52 años, casado, dos hijos adultos, una reputación impecable como cardiólogo y presidente de la Asociación Médica de Tijuana. Según su testimonio, Sofía se levantó de la mesa a las 9:30 pm aproximadamente.
Él la vio dirigirse hacia los baños que están ubicados en el pasillo que conecta el salón principal con el lobby del hotel. Roberto asintió. Esa fue la última vez que alguien la vio oficialmente. Carmen continuó leyendo. Pero aquí hay algo interesante. El testimonio de la recamarista María del
Carmen Pérez Hernández dice que vio a una joven rubia subir al elevador alrededor de las 9:45 pm. Eso nunca pudieron confirmarlo completamente.
Según el reporte, la recamarista no pudo identificar positivamente a la joven como Sofía en las fotografías que le mostraron. dijo que solo la vio de espaldas. Carmen marcó esa página con una nota adhesiva. Después de encontrar la pulsera en el quinto piso, el testimonio de la recamarista cobraba
nueva relevancia. El doctor Salinas sigue ejerciendo. Hasta donde yo sé, sí.
Tiene su consultorio en la zona río. También sigue siendo muy activo en la asociación médica. Carmen tomó su teléfono y marcó el número del consultorio de Salinas. Una recepcionista contestó después del tercer timbrazo. Buenos días, consultorio del doctor Salinas. Habla la detective Carmen Ruiz de
la PJE.
Necesito agendar una cita urgente con el doctor para esta tarde. Es una emergencia médica. Es un asunto oficial de la Procuraduría relacionado con un caso que estamos revisando. Hubo un momento de silencio. El doctor está en cirugía hasta las 128 pm. Podría ser a las 3:0. Perfecto, estaremos ahí.
Carmen colgó y continuó revisando el expediente. Los investigadores originales habían seguido múltiples líneas de investigación: secuestro con fines económicos, trata de personas, crimen pasional, accidente. Ninguna había producido resultados concretos. Roberto, hábleme del contexto familiar.
Sofía tenía novio, ¿pas en la escuela? Roberto negó con la cabeza. Era una estudiante excelente. Cursaba segundo de preparatoria en el colegio británico. No tenía novio formal, aunque había un chico que le gustaba, Alejandro Morales Vázquez. Los investigadores lo interrogaron extensamente. Tenía
coartada sólida. Carmen encontró el testimonio del joven Morales. El día de la desaparición había estado en casa de sus padres preparándose para un examen.
Varios familiares confirmaron su presencia. Sofía consumía drogas, alcohol, nunca, era muy responsable. Su gran sueño era estudiar medicina. Carmen revisó el análisis del teléfono celular de Sofía. El último mensaje había sido enviado a las 9:15 pm a su mejor amiga, Valeria Campos Moreno.
La cena estuvo increíble. Papá se ve superorgulloso. Te mando fotos después. Nunca envió las fotos. Mantiene contacto con Valeria. Sí, ahora vive en Guadalajara. es médica, siempre me llama en el aniversario de la desaparición. Carmen hizo una nota para contactar a Valeria Campos. El análisis de
las cámaras de seguridad había sido limitado.
En 2016, el Hotel Plaza tenía menos cobertura que ahora. Las cámaras del lobby mostraban a Sofía saliendo del salón hacia los baños a las 9:31 pm, pero no captaban los pasillos superiores ni los elevadores. Aquí hay algo que no cuadra. dijo Carmen estudiando los planos del hotel. Los baños están en
la planta baja.
Si Sofía subió al quinto piso, fue por alguna razón específica. Roberto se acercó a revisar los planos. ¿Cree que alguien la convenció de subir? ¿Es posible o alguien la llevó por la fuerza? Carmen revisó la lista de huéspedes del hotel esa noche. El 28 de abril de 2016 tenían ocupación del 78%. Un
total de 156 habitaciones estaban registradas.
La habitación 517, donde encontraron la pulsera, aparecía como fuera de servicio desde el 15 de abril de 2016. “Esto es extraño”, dijo Carmen. La habitación llevaba casi dos semanas fuera de servicio antes de la desaparición. Roberto estudió el documento. Pero entonces, ¿cómo llegó ahí la pulsera
de Sofía? Carmen marcó con lápiz rojo la información de la habitación 517. Alguien tenía acceso a esa habitación.
Personal del hotel, mantenimiento o alguien con una llave maestra revisaron la lista de empleados que trabajaron esa noche. Héctor Vega Santana era el gerente general. El personal incluía tres recepcionistas, ocho meseros, cuatro cocineros, dos bartenders, seis recamaristas y dos guardias de
seguridad.
Necesitamos hablar con todos los que sigan trabajando en el hotel”, decidió Carmen. Roberto sacó de su caja una carpeta con recortes de periódicos. Los titulares documentaban la evolución del caso. Desaparece hija de ejecutivo farmacéutico. Búsqueda intensiva por joven de 15 años. Sin pistas en
caso de desaparición. Familia ofrece recompensa de 500,000es.
¿La recompensa sigue vigente? Preguntó Carmen. Sí. La incrementé a un millón de pesos el año pasado. Carmen cerró el expediente original. Tenían trabajo por delante. Vamos a reestructurar completamente la investigación. Empezando con el doctor Salinas esta tarde a las 2:45 pm, Carmen y Roberto
llegaron al consultorio del doctor Eduardo Salinas Moreno en la zona Río.
El edificio era moderno, con una fachada de cristal y mármol. El consultorio estaba en el piso 12. La recepcionista, una mujer joven llamada Adriana Vega Castillo, los recibió con nerviosismo evidente. El doctor los está esperando. Síganme, por favor.
El doctor Salinas era un hombre elegante de 61 años, cabello cano, complexión media, vestido con una bata médica impecable. Su consultorio estaba decorado con diplomas, reconocimientos y fotografías con personalidades del sector salud. Detective Ruiz, señor Mendoza, tomen asiento. ¿En qué puedo
ayudarlos? Carmen notó que las manos del doctor temblaban ligeramente al servir agua en vasos de cristal.
Doctor, encontramos nueva evidencia en el caso de la desaparición de Sofía Mendoza. Necesitamos revisar su testimonio original. El doctor Salinas se acomodó los lentes. Por supuesto, aunque debo decir que ya les conté todo lo que sabía en 2016. Carmen abrió su libreta. Cuénteme exactamente qué
recuerda de esa noche. Fue una ceremonia hermosa.
Roberto iba a recibir un reconocimiento muy merecido por su trabajo en laboratorios Mendoza. Sofía estaba radiante, muy orgullosa de su padre. Habló extensamente con ella. Sí. Me preguntó sobre la carrera de medicina. Le expliqué las materias, los años de estudio. Parecía genuinamente interesada en
ser pediatra. Roberto intervino. Doctor notó algo extraño en Sofía.
esa noche parecía nerviosa o incómoda. El Dr. Salinas reflexionó, “No, para nada. Estaba conversadora, educada, una jovencita encantadora. Carmen estudió la expresión del médico cuidadosamente. La vio levantarse de la mesa. Sí, se disculpó educadamente. Dijo que iba al tocador. Vio hacia dónde se
dirigió. Hacia el pasillo donde están los baños. Carmen hizo una pausa estratégica.
Doctor, encontramos la pulsera de Sofía ayer. El color se desvaneció del rostro del doctor Salinas. Dejó caer el vaso de agua que se estrelló contra el suelo de mármol. ¿Dónde? ¿Dónde la encontraron? En una habitación del Hotel Plaza, una habitación que estuvo fuera de servicio desde antes de la
desaparición. El doctor se levantó bruscamente para recoger los pedazos de cristal. Perdón, qué torpe de mi parte.
Carmen y Roberto notaron que las manos le temblaban más intensamente. Doctor, ¿tiene alguna idea de cómo pudo llegar la pulsera a esa habitación? Salinas permaneció agachado recogiendo cristales. No, no tengo idea. Es es una noticia impactante. Cuando se incorporó, tenía una cortada en el dedo
índice. Pequeñas gotas de sangre manchaban el piso. ¿Necesita ayuda médica?, preguntó Carmen.
No, no es nada. Déjenme buscar una curita. El doctor caminó hacia su escritorio, pero Carmen notó que sus movimientos eran erráticos, nerviosos. Doctor Salinas, ¿usted tenía acceso a las habitaciones del hotel esa noche? ¿Por qué tendría acceso? Yo era solo un invitado a la ceremonia. Carmen cerró
su libreta. Una pregunta más.
¿Recuerda qué habitación tenía registrada en el hotel? El doctor se aplicó una curita en el dedo. No me hospedé en el hotel. Mi casa está aquí en Tijuana. Roberto frunció el ceño. Pero doctor, yo recuerdo que mencionó que se quedaría en el hotel porque su esposa regresaba de visitar a su madre en
Guadalajara al día siguiente.
Un silencio incómodo llenó el consultorio. “Deben estar confundidos”, dijo finalmente el Dr. Salinas. “Mi esposa estaba conmigo en la ceremonia.” Carmen revisó sus notas del expediente original. Según el testimonio de 2016, usted dijo que su esposa no pudo asistir porque estaba en Guadalajara.
El doctor se quitó los lentes y los limpió nerviosamente. Han pasado 9 años. Tal vez mi memoria no es tan precisa. Carmen se levantó. Doctor, vamos a necesitar que venga a la comandancia mañana para aclarar algunas inconsistencias en su testimonio. ¿Soy sospechoso de algo? Es solo para aclarar
detalles. Mañana a las 10 a, ¿le parece bien? El doctor Salinas asintió, pero su expresión había cambiado completamente. Ya no era el médico confiado y respetable que los había recibido 30 minutos antes.
Mientras salían del consultorio, Carmen y Roberto intercambiaron miradas significativas. El doctor Salinas sabía más de lo que había revelado en 2016. La búsqueda de Sofía Mendoza acababa de tomar un nuevo rumbo. Roberto Mendoza no pudo dormir esa noche. Las contradicciones en el testimonio del
doctor Salinas le daban vueltas en la cabeza.
A las 6:00 a decidió comenzar su propia investigación paralela. Su primer destino fue la casa de Valeria Campos Moreno, la mejor amiga de Sofía. Valeria ahora tenía 24 años y trabajaba como médica residente en el Hospital General de Tijuana. Vivía en un pequeño departamento cerca del hospital.
“Señor Mendoza”, dijo Valeria al abrir la puerta sorprendida.
“¿Qué hace aquí tan temprano? Valeria, encontraron la pulsera de Sofía ayer. Necesito que me ayudes a recordar cosas que tal vez pasé por alto.” El rostro de Valeria se transformó. durante 9 años había cargado con la culpa de no haber estado presente esa noche para acompañar a su mejor amiga. Pase,
por favor. ¿Dónde encontraron la pulsera? Roberto le explicó los detalles del hallazgo mientras Valeria preparaba café.
Sofía nunca se quitaba esa pulsera dijo Valeria. La amaba porque usted se la había regalado. ¿Te dijo algo específico sobre la ceremonia? Mencionó a alguien en particular. Valeria se concentró. Estaba muy emocionada de acompañarlo. Me dijo que iba a conocer médicos importantes y que quería hacer
buena impresión porque estaba segura de que estudiaría medicina.
Roberto sacó una fotografía de la mesa donde habían cenado. Reconoces a alguna de estas personas, Sofía, ¿te habló de alguna? Valeria estudió la imagen cuidadosamente. Este señor mayor no es el doctor Salinas. Sí, lo conocías. Sofía me lo mencionó. dijo que le había dado su tarjeta y le había dicho
que cuando estuviera lista para la universidad, él podría recomendarla para las mejores escuelas de medicina. Roberto sintió una punzada de alarma. ¿Te enseñó la tarjeta? Sí, estaba muy emocionada.
La guardó en su cartera como si fuera un tesoro. Roberto recordaba la cartera de Sofía. Los investigadores nunca la encontraron. Su desaparición había incluido su bolso completo, cartera, teléfono, llaves de casa. Valeria, Sofía te dijo si el doctor Salinas le había propuesto reunirse en privado.
No exactamente, pero ahora que lo pienso, me dijo algo extraño.
¿Qué? Me dijo que el doctor Salinas le había comentado que tenía algunos libros de medicina en su habitación del hotel y que si quería podía prestárselos. Roberto sintió que el corazón se le aceleraba. ¿Qué exactamente te dijo? Que era muy gentil, que otros médicos importantes no se tomaban el
tiempo de hablar con estudiantes de preparatoria, pero que él sí se interesaba en ayudar a jóvenes con vocación. Roberto tomó notas mentales.
El doctor Salinas había negado categóricamente haberse hospedado en el hotel. Sofía planeaba ir a su habitación. No lo sé. solo me dijo que tenía una oportunidad increíble de impresionar a médicos importantes. Roberto se despidió de Valeria y se dirigió directamente al Hotel Plaza. Eran las 8:30 a y
el nuevo turno de limpieza estaba comenzando sus labores.
Encontró a Miguel Ramírez en el quinto piso, donde continuaba supervisando las renovaciones. Miguel, necesito preguntarte algo importante. Tú trabajabas aquí en 2016. Sí, señor Mendoza, llevo 15 años en el hotel. ¿Recuerdas la noche de la ceremonia médica?” Miguel dejó de barrer. Por supuesto. Fue
la noche que desapareció su hija. Todos los empleados fuimos interrogados.
“¿Recuerdas haber visto al doctor Salinas esa noche? Un hombre de unos 50 años, elegante, cabello entreco.” Miguel reflexionó. Había muchos médicos esa noche, pero sí recuerdo a un señor que preguntó por habitaciones disponibles en el quinto piso. Roberto sintió una descarga de adrenalina.
¿Cuándo fue eso? Durante la ceremonia, como a las 9 de la noche, vino a recepción preguntando si había habitaciones tranquilas disponibles. Dijo que necesitaba un lugar privado para hacer unas llamadas médicas importantes. ¿Le dieron una habitación? Eso tendría que preguntárselo a quién estaba en
recepción esa noche. Creo que era Silvia Moreno Vega. Roberto bajó inmediatamente a recepción.
El gerente actual, Jaime Morales, estaba revisando reportes matutinos. Señor Morales, necesito contactar a Silvia Moreno Vega, quien trabajaba en recepción en 2016. Silvia ya no trabaja aquí, pero tengo su información de contacto. 20 minutos después, Roberto estaba frente al pequeño café donde
Silvia Moreno trabajaba ahora como administradora.
Era una mujer de 45 años, cabello castaño, muy nerviosa al ver aparecer a Roberto. Señor Mendoza, ¿cómo me encontró? Silvia encontraron nueva evidencia sobre la desaparición de mi hija. Necesito que me ayudes a recordar esa noche. Silvia se sentó pesadamente en una silla. He tratado de olvidar esa
noche durante 9 años.
¿Por qué? Porque siento que tal vez pude haber evitado lo que pasó. Roberto se acercó más. Explícame. Esa noche un doctor me pidió una habitación. dijo que necesitaba privacidad para hacer llamadas médicas urgentes. Le di la llave de la 517. Roberto sintió que las piezas comenzaban a encajar.
¿Recuerdas cómo se llamaba? No me dio su nombre completo. Solo dijo doctor Salinas y mostró su identificación médica.
¿A qué hora fue esto? Como a las 9:15. Recuerdo porque estaba terminando de servir la cena en el salón principal. Roberto calculó mentalmente. Sofía había salido hacia los baños a las 9:30. Si Salinas ya tenía la llave de la habitación 517. Silvia, ¿el doctor regresó la llave esa noche? Silvia negó
con la cabeza. No.
Al día siguiente, cuando comenzó todo el escándalo de la desaparición, yo estaba demasiado nerviosa para decir algo y después ya era demasiado tarde. ¿Por qué no dijiste nada a la policía? Porque el gerente, el señor Héctor Vega, me dijo que era mejor no complicar las cosas, que si el doctor era
respetable y solo había usado la habitación para trabajo, no había razón para involucrarlo en un escándalo.
Roberto sintió una mezcla de rabia y esperanza. El señor Vega te ordenó que no dijeras nada. No exactamente ordenó, pero me sugirió fuertemente que mantuviera la discreción. Roberto tomó el teléfono y llamó a Carmen Ruiz. Detective, tengo información nueva. El Dr. Salinas sí tenía una habitación
esa noche, la 517. Carmen guardó silencio por unos segundos. ¿Estás seguro? La recepcionista me lo acaba de confirmar.
Y hay más. El gerente de entonces le dijo que no mencionara nada a la policía. ¿Dónde estás ahora? En un café cerca del hotel con Silvia Moreno, la execepcionista. No se muevan, voy para allá. Mientras esperaban a Carmen, Roberto continuó interrogando a Silvia. “¿Viste al doctor Salinas subir a la
habitación?” “Sí.
” Y tomó el elevador como a las 9:20. “¿Lo viste regresar?” “No, exactamente, pero vi que había dejado la llave en el mostrador de recepción cuando llegué al trabajo al día siguiente. ¿A qué hora terminaste tu turno esa noche?” a las 11, pero me quedé hasta más tarde por toda la conmoción de la
búsqueda. Carmen llegó al café en tiempo récord, acompañada por Luis García, el técnico forense.
“Señorita Moreno,” dijo Carmen, “necesito que repita todo lo que le acaba de contar al señor Mendoza.” Silvia repitió su testimonio, añadiendo detalles que recordaba ahora que su memoria se había refrescado. El doctor parecía muy ansioso por tener la habitación. Me preguntó específicamente si había
habitaciones disponibles en pisos altos que fueran tranquilas. Carmen tomó notas detalladas.
Dijo cuánto tiempo necesitaría la habitación solo esa noche y me pidió que no lo registrara oficialmente. Dijo que no quería que lo molestaran. Roberto intervino. Detective, esto significa que el doctor Salinas mintió ayer. Dijo que no se hospedó en el hotel. Carmen cerró su libreta. Señorita
Moreno, necesito que venga conmigo a la comandancia para hacer un testimonio oficial.
Mientras caminaban hacia los automóviles, Luis habló en voz baja con Carmen. Si Salinas tenía la llave de la habitación donde encontramos la pulsera y sabía que Sofía estaba interesada en conocer más sobre medicina, Carmen completó el pensamiento. Pudo haberla convencido de que subiera a ver los
libros que supuestamente tenía.
Roberto escuchó la conversación. ¿Creen que él? No podemos sacar conclusiones aún, dijo Carmen. Pero definitivamente el doctor Salinas tiene muchas preguntas que responder. Eran las 11:30 a. La cita con Salinas en la comandancia era a las 10 a, pero él no había aparecido. Carmen marcó el número del
consultorio. La recepcionista contestó con voz nerviosa. El Dr.
Salinas no no vino a trabajar hoy. Canceló todas sus citas. Carmen colgó y miró a Roberto. Vamos a buscarlo a su casa. La investigación había dado un giro dramático. Después de 9 años, por fin tenían una pista real y el principal sospechoso acababa de convertirse en un fugitivo.
Carmen y Roberto llegaron a la casa del doctor Salinas en la exclusiva colonia Chapultepec a las 12:15 pm. Era una residencia de dos pisos con jardín frontal y una reja de hierro forjado. No había autos en la entrada. Carmen tocó el timbre. Después de varios minutos, una mujer de mediana edad abrió
la puerta. Era Lucía Herrera Campos, la esposa del doctor. Señora Salinas, soy la detective Carmen Ruiz. Necesitamos hablar con su esposo.
Lucía parecía haber llorado recientemente. Sus ojos estaban rojos e hinchados. No está. Se fue muy temprano esta mañana. ¿Sabe a dónde fue? No me dijo. Solo tomó una maleta y me dijo que tenía que resolver un problema del pasado. Carmen y Roberto intercambiaron miradas. Señora, ¿podemos pasar?
Necesitamos hacerle algunas preguntas. Lucía los guió a la sala principal.
La casa estaba impecablemente decorada, con muebles elegantes y fotografías familiares en las paredes. Su esposo le dijo algo específico sobre el problema que tenía que resolver. Lucía se sentó en el borde del sofá nerviosa. Anoche llegó muy alterado de su consultorio. Me dijo que habían encontrado
evidencia nueva sobre la desaparición de una joven.
Roberto se inclinó hacia delante. ¿Qué más le dijo? Que había cometido errores en el pasado y que ahora tendría que enfrentar las consecuencias. Carmen tomó notas. Señora Salinas, necesito preguntarle sobre la noche del 28 de abril de 2016. Lucía palideció visiblemente. ¿Qué sobre esa noche? ¿Usted
asistió a la ceremonia de premiación en el hotel Plaza? No, no pude ir. Estaba visitando a mi madre en Guadalajara.
Carmen consultó su expediente, pero en las fotografías del evento aparece una mujer sentada junto al doctor Salinas. No sé de qué fotografías habla. Roberto sacó la foto de su mesa. Señora, aquí está su esposo y aquí hay una mujer que el reporte identifica como su esposa. Lucía estudió la
fotografía con atención. Su expresión cambió completamente. Esa no soy yo.
Carmen se acercó para examinar la foto más detenidamente. La mujer junto al doctor Salinas era rubia, más joven, aproximadamente de 35 años. ¿Sabe quién es esta mujer? Lucía comenzó a llorar. Se llama Diana Castillo Morales. Era es su enfermera. Tienen una relación desde hace años. La revelación
cambió completamente el contexto del caso.
Su esposo mantenía una relación extramarital. Sí, lo descubrí hace 3 años, pero él me prometió que había terminado con ella. Carmen continuó con las preguntas. Diana trabajaba con él en 2016. Sí. Ella manejaba su agenda, lo acompañaba a eventos médicos. Yo pensé que solo era trabajo. Roberto sintió
que las piezas del rompecabezas se reordenaban.
Si Salinas estaba con Diana esa noche, ¿por qué necesitaba una habitación en el hotel? Señora Salinas, ¿usted sabía que su esposo rentó una habitación en el hotel esa noche? ¿Qué? No, eso es imposible. Él me dijo que regresaría a casa después de la ceremonia. Carmen le explicó el testimonio de
Silvia Moreno sobre la habitación 517. Lucía se quebró completamente.
Todo fue una mentira. Todo. ¿Dónde podemos encontrar a Diana Castillo? Tiene un consultorio de enfermería especializada en la zona río. Edificio Mediplaza, piso 8o. Carmen y Roberto se dirigieron inmediatamente al edificio Mediplaza. El consultorio de Diana Castillo estaba cerrado, pero un guardia
de seguridad les informó que había salido temprano esa mañana llevando varias cajas. Parecía que se estaba mudando, comentó el guardia.
La vi cargando archivos y equipo médico. Carmen solicitó la dirección residencial de Diana a través de la base de datos de la procuraduría. Vivía en un departamento en la colonia Cacho. Llegaron al edificio a las 2:30 pm. El portero confirmó que Diana había salido esa mañana con varias maletas.
Dijo a dónde iba.
No, pero pidió un taxi al aeropuerto. Carmen inmediatamente contactó a la policía del aeropuerto de Tijuana. Diana Castillo Morales había abordado el vuelo 1247 a Ciudad de México a las 11:45 a. “Necesito que detengan a esa mujer cuando aterrice”, ordenó Carmen. Mientras esperaban noticias del
aeropuerto, Carmen decidió investigar más a fondo la conexión entre Salinas y Diana.
Regresaron al hospital general, donde Salinas había trabajado como cardiólogo durante años. La directora de enfermería, Patricia Vázquez Ruiz, los recibió en su oficina. Detective, ¿en qué puedo ayudarlos? Necesitamos información sobre Diana Castillo Morales. Entendemos que trabajó con el doctor
Salinas. Patricia hizo una mueca de disgusto. Diana ya no trabaja aquí desde 2018.
¿Por qué se fue? Hubo irregularidades en su comportamiento profesional. Carmen presionó para obtener más detalles. ¿Qué tipo de irregularidades? Manipulación de medicamentos controlados, disappearance de morfina y otros opioides del inventario. Roberto Intervino. ¿Qué tipos de medicamentos?
Principalmente sedantes, roibnol, midasolam, propofol.
Medicamentos que pueden ser usados para, bueno, para incapacitar a alguien. Carmen sintió que se le aceleraba el pulso. Presentaron cargos. El doctor Salinas intercedió por ella. Dijo que había sido un malentendido, que él había autorizado que llevara medicamentos para casos de emergencia en su
consulta privada.
¿Cuándo exactamente ocurrió esto? Patricia revisó sus archivos. El faltante se detectó en mayo de 2016, justo después de, bueno, después del caso de la joven desaparecida. Las piezas comenzaron a encajar de manera siniestra. Diana tenía acceso a drogas que podían incapacitar a una persona y el
faltante se había detectado justo después de la desaparición de Sofía.
Carmen recibió una llamada de sus contactos en Ciudad de México. Diana Castillo había sido detenida en el aeropuerto de la capital. Estaba siendo trasladada de regreso a Tijuana. Roberto, creo que estamos ante algo mucho más grande que la desaparición de Sofía. regresaron a la comandancia donde
Carmen comenzó a coordinar con otras jurisdicciones.
Si Salinas y Diana habían estado operando con drogas y habitaciones de hotel, era posible que hubiera otras víctimas. A las 6:0 pm, Carmen recibió información crucial de la división de delitos sexuales. Entre 2014 y 2017 habían recibido tres denuncias de jóvenes que reportaron haber sido drogadas
en eventos médicos en Tijuana. Ninguna de las denuncias había prosperado por falta de evidencia. Carmen estudió los expedientes.
Las tres víctimas describían un patrón similar. Habían conocido a un médico respetable en eventos sociales. Habían sido invitadas a conocer más sobre medicina. habían aceptado bebidas y después despertaron horas más tarde sin recordar qué había pasado. Una de las víctimas, Alejandra Morales Santos,
había mencionado específicamente que el médico tenía una enfermera rubia que lo ayudaba.
Carmen llamó inmediatamente a Alejandra, quien ahora tenía 23 años y trabajaba como maestra en Rosarito. Alejandra, habla la detective Carmen Ruiz. Necesito preguntarle sobre la denuncia que presentó en 2017. ¿Por qué ahora? Ya pasó mucho tiempo. Hemos arrestado a personas que creemos podrían estar
relacionadas con su caso. Alejandra aceptó reunirse esa noche. A las 81 pm estaba en la comandancia relatando su experiencia. Tenía 18 años.
Estaba en una conferencia médica con mi papá, que es farmacéutico. Un doctor muy elegante me invitó a conocer su consultorio. Dijo que tenía libros que me podrían ayudar con mis estudios. ¿Recuerda el nombre del doctor? Doctor Salinas, creo. Y tenía una enfermera rubia que se portaba muy amigable
conmigo.
Carmen mostró fotografías de Salinas y Diana. Alejandra los identificó inmediatamente. Son ellos, estoy segura. ¿Qué recuerda de esa noche? Fuimos a un hotel. Ellos dijeron que tenían una suite donde guardaban material médico. La enfermera me ofreció una bebida mientras esperábamos al doctor.
Después de eso no recuerdo nada hasta que desperté en mi casa 12 horas después. Roberto escuchaba con horror creciente. Si este era el patrón de comportamiento de Salinas y Diana, Sofía había caído en la misma trampa. Alejandra presentó exámenes médicos después. Sí, pero no encontraron evidencia de
agresión sexual. Solo rastros de Rool en mi sangre. Carmen cerró su libreta.
Tenían suficiente evidencia para establecer un patrón de comportamiento delictivo. Salinas y Diana habían estado operando un esquema para drogar jóvenes durante años. La pregunta crucial era, ¿qué había sido diferente con Sofía? ¿Por qué ella nunca había regresado a casa? A las 10 pm. Diana
Castillo llegó a Tijuana bajo custodia policial.
Su interrogatorio estaba programado para primera hora de la mañana. Carmen se preparó para una larga noche de trabajo. Después de 9 años, finalmente estaban cerca de la verdad sobre lo que había pasado con Sofía Mendoza. Diana Castillo Morales fue llevada a la sala de interrogatorios a las 90 am
del jueves 14 de agosto.
Era una mujer de 44 años, cabello rubio teñido, complexión delgada vestida con un traje azul marino arrugado por el viaje. Carmen y el fiscal Luis Roberto Paz Herrera condujeron el interrogatorio. Roberto Mendoza observaba desde la sala contigua a través del cristal unidireccional. Señora Castillo
está siendo investigada en relación con la desaparición de Sofía Mendoza Herrera ocurrida el 28 de abril de 2016.
Diana mantuvo silencio con los brazos cruzados y la mirada fija en la mesa. También está siendo investigada por posible tráfico de medicamentos controlados y agresión con sustancias químicas. Diana siguió sin responder. Carmen colocó fotografías sobre la mesa. Sofía, el doctor Salinas, la
habitación 517 del hotel. Reconoce a estas personas y lugares. Diana miró las fotografías brevemente antes de apartar la vista.
Quiero un abogado. Por supuesto es su derecho, pero quiero que sepa que tenemos testimonios de víctimas que la identificaron como cómplice del doctor Salinas en múltiples agresiones. Por primera vez, Diana reaccionó. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Yo nunca lastimé a nadie. Carmen se inclinó hacia
delante. Entonces, ayúdenos a entender qué pasó. Diana respiró profundamente.
Necesito garantías. Protección. Protección de quién? De Eduardo. Él Él no va a permitir que yo hable. El fiscal intervino. Si coopera completamente, podemos considerar un acuerdo de reducción de cargos. Diana se limpió las lágrimas. ¿Qué quieren saber? Carmen abrió su libreta. Empecemos por la noche
del 28 de abril de 2016.
Diana cerró los ojos como si tratara de bloquear los recuerdos. Eduardo había planificado todo. Me dijo que había una joven muy bonita en la ceremonia, hija de un ejecutivo farmacéutico importante. Roberto, desde la sala contigua, sintió náuseas.
¿Qué había planificado específicamente? Lo mismo de siempre, conquistar su confianza, invitarla a conocer más sobre medicina, llevarla a una habitación privada. ¿Para qué? Diana comenzó a temblar. Para tomarle fotografías. Eduardo coleccionaba fotografías de jóvenes inconscientes. Carmen mantuvo la
compostura profesional, pero sintió rabia creciente. Solo fotografías.
Al principio sí, pero con el tiempo se volvió más agresivo. Agredió sexualmente a las víctimas, no físicamente, pero las fotografiaba en posiciones comprometedoras. Decía que era su seguro, que si alguna vez lo acusaban de algo, él tenía material para desacreditar a las jóvenes. El fiscal tomó
notas detalladas. ¿Cuántas víctimas hubo a lo largo de los años? Tal vez 20. Siempre jóvenes entre 15 y 20 años.
Siempre en eventos médicos donde él tenía credibilidad. Carmen mostró la fotografía de Sofía. ¿Qué fue diferente con ella? Diana comenzó a llorar más intensamente. Todo salió mal. ¿Cómo? Eduardo la invitó a la habitación 517. Le dijo que tenía libros de medicina que le podrían interesar. Ella aceptó
inocentemente.
Roberto apretó los puños detrás del cristal. ¿Usted estaba presente? Sí. Mi trabajo era preparar la bebida con Roybnol, una dosis calculada para que se desmayaran por dos o tres horas, pero sin daño permanente. ¿Qué pasó esa noche? Diana se cubrió la cara con las manos. Sofía era diferente, era más
inteligente, más despierta que las otras chicas. Cuando le ofrecí la bebida, me preguntó qué contenía.
Carmen esperó a que Diana continuara. Le dije que era jugo natural con vitaminas, pero ella insistió en que olía extraño. Se puso nerviosa. Bebió la sustancia, sí, pero solo un sorbo pequeño no fue suficiente para incapacitarla completamente. ¿Qué ocurrió entonces? Diana respiró profundamente antes
de continuar.
Eduardo llegó a la habitación esperando encontrar a Sofía inconsciente, pero ella estaba mareada pero consciente. Se dio cuenta de que algo malo estaba pasando. Trató de irse. Sí. Corrió hacia la puerta, pero Eduardo la detuvo. Le dijo que se calmara, que solo quería tomar unas fotografías. Carmen
sintió el estómago revuelto. Sofía se resistió, gritó. Eduardo se desesperó.
Nunca había tenido que lidiar con una víctima consciente y resistente. ¿Qué hizo él? Diana permaneció en silencio durante largos segundos. Señora Castillo le tapó la boca con la mano para que no gritara, pero ella seguía luchando. Roberto golpeó la pared de la sala de observación. Carmen escuchó el
ruido, pero continuó con el interrogatorio. ¿Cuánto tiempo luchó Sofía? Varios minutos.
Eduardo me gritaba que preparara más droga, una dosis más fuerte. Lo hizo. Sí, preparé una inyección de Midasolam, pero cuando se la apliqué, Diana no pudo continuar hablando. Carmen esperó pacientemente. ¿Qué pasó cuando le aplicó la inyección? La dosis era demasiado fuerte. Con el ro que ya tenía
en su sistema, su cuerpo no lo resistió. Sofía murió por sobredosis.
Diana asintió lentamente. Eduardo entró en pánico. Nunca habíamos matado a nadie. Carmen sintió una mezcla de alivio por finalmente conocer la verdad y dolor por la familia Mendoza. ¿Qué hicieron con el cuerpo? Eduardo sabía que si encontraban a Sofía, las drogas en su sangre no se incriminarían.
Decidió decidió deshacerse del cuerpo.
¿Cómo? Eduardo tenía contactos en funerarias, conocía métodos para para hacer que los cuerpos desaparecieran. El fiscal intervino. ¿Dónde está el cuerpo de Sofía Mendoza? Eduardo me dijo que había sido cremado, que las cenizas fueron esparcidas en el océano. Carmen cerró su libreta temporalmente.
¿Por qué conservaron la pulsera? Fue un accidente. En el forcejeo, la pulsera se rompió y cayó detrás del radiador. Eduardo no se dio cuenta hasta días después. Para entonces, la habitación ya había sido sellada por problemas de plomería. Los problemas de plomería eran reales. No. Eduardo convenció
al gerente del hotel de cerrar la habitación permanentemente. Le pagó para mantener el silencio.
Carmen tenía suficiente información para proceder con los cargos. ¿Dónde está el doctor Salinas ahora? No lo sé. Cuando supo que habían encontrado la pulsera, me dijo que cada uno debía buscar su propia salvación. Carmen terminó el interrogatorio inicial. tenían una confesión completa del homicidio
de Sofía Mendoza y evidencia de múltiples agresiones sexuales. Roberto entró a la sala principal con lágrimas en los ojos.
Mi hija sufrió mucho. Carmen lo abrazó. Roberto. Sofía luchó valientemente. No permitió que abusaran de ella. Diana miró a Roberto directamente. Señor Mendoza, lo siento mucho. Su hija era una joven extraordinaria. Si hubiera dependido de mí, nada de esto habría pasado. Roberto la miró con una
mezcla de dolor y odio.
¿Por qué participó en eso? Eduardo me tenía amenazada. Tenía fotografías comprometedoras mías. Controlaba mi carrera profesional, pero eso no justifica lo que hice. Lo siento. Carmen ordenó que Diana fuera trasladada a una celda bajo protección. Su testimonio sería crucial para encontrar al doctor
Salinas y procesar el caso.
A las 2:00 pm, Carmen recibió información de la policía federal. Eduardo Salinas Moreno había sido localizado tratando de cruzar la frontera hacia Estados Unidos en el puerto de entrada de Otay Mesa. La persecución había terminado. Después de 9 años, el asesino de Sofía Mendoza estaba bajo
custodia. El Dr.
Eduardo Salinas Moreno fue trasladado a la comandancia de la PGJE a las 4:30 pm del jueves 14 de agosto. A diferencia de Diana, quien había confesado su participación, Salinas llegó acompañado por su abogado, el prestigioso penalista Jorge Ramírez Castañeda. Carmen observó al doctor mientras
esperaba en la celda. Ya no era el hombre elegante y respetable que había conocido dos días antes.
Su cabello estaba despeinado, su ropa arrugada y sus manos temblaban constantemente. “Doctor Salinas”, dijo Carmen al entrar a la sala de interrogatorios. Está siendo acusado del homicidio de Sofía Mendoza Herrera y múltiples cargos de agresión sexual. El abogado Ramírez intervino inmediatamente.
Mi cliente se declara inocente de todos los cargos. Carmen colocó la declaración firmada de Diana sobre la mesa.
Su cómplice ya confesó todo. Tenemos su testimonio completo sobre los eventos del 28 de abril de 2016. Salinas leyó rápidamente el documento. Su rostro palideció progresivamente. Diana está mintiendo. Está tratando de culparme para reducir su propia sentencia. Carmen agregó más evidencia.
Fotografías de la habitación 517, la pulsera de Sofía, testimonios de otras víctimas.
Doctor, tenemos evidencia física y testimonial que lo vincula directamente con estos crímenes. El abogado solicitó un receso para consultar con su cliente. Carmen aprovechó el tiempo para coordinar con Roberto y el fiscal. ¿Creen que confesará?, preguntó Roberto. Con la evidencia que tenemos, su
abogado probablemente le aconsejará llegar a un acuerdo, respondió el fiscal.
Cuando reanudaron el interrogatorio, la estrategia del Dr. Salinas había cambiado. Acepto que estuve presente en la habitación 517 esa noche, comenzó Salinas. Pero no maté a esa joven. Carmen lo presionó. Entonces, ¿qué pasó? Sofía vino voluntariamente a la habitación. Le mostré algunos libros de
medicina como había prometido. Y Diana estaba presente. Sí, pero solo como mi asistente profesional.
Carmen mostró las fotografías de otras víctimas. Doctor, tenemos testimonio de al menos seis mujeres que describen un patrón idéntico de comportamiento. Salinas estudió las fotografías nerviosamente. Esas mujeres malinterpretaron situaciones profesionales. Drugar a jóvenes con Ripnol es una
situación profesional. El abogado intervino.
Detective, mi cliente niega haber administrado drogas a nadie. Carmen cambió de táctica. sacó los registros del hospital sobre los faltantes de medicamentos controlados. Dr. Salinas, ¿puede explicar por qué desaparecieron medicamentos del inventario del hospital bajo su supervisión? Esos
medicamentos fueron utilizados para casos de emergencia en mi consulta privada. Proibnol para emergencias médicas.
Salinas se quedó sin respuesta. Carmen continuó presionando. ¿Por qué mintió sobre haberse hospedado en el hotel esa noche? No mentí. Solo omití información irrelevante. La muerte de una joven es información irrelevante. El doctor Salinas comenzó a mostrar signos de quebrantamiento. Sus manos
temblaban más intensamente y comenzó a sudar profusamente.
¿Quiere agua?, preguntó Carmen. Sí, por favor. Carmen salió brevemente para traer agua. Cuando regresó, encontró al doctor Salinas llorando. Doctor, ¿quiere contarnos qué realmente pasó esa noche? Salinas miró a su abogado, quien asintió casi imperceptiblemente. Sofía era diferente a las otras,
comenzó Salinas con voz quebrada.
Roberto, que observaba desde la sala contigua, se acercó al cristal. ¿En qué sentido era diferente? Era más inteligente, más madura. Cuando la invité a la habitación, hizo preguntas específicas sobre los libros que supuestamente tenía. Carmen tomó notas. ¿Qué tipo de preguntas? me preguntó sobre
títulos específicos, sobre autores. Me di cuenta de que realmente conocía literatura médica. Eso lo preocupó.
Sí, porque significaba que no sería tan fácil manipularla. Carmen esperó a que continuara. Diana preparó la bebida como siempre, pero cuando se la ofrecimos a Sofía, ella la rechazó. ¿Por qué la rechazó? Dijo que tenía alergia a ciertos colorantes artificiales y que siempre revisaba los
ingredientes antes de beber algo. Carmen notó la ironía trágica.
La precaución de Sofía, que debería haberla protegido, había escalado la situación. ¿Qué hicieron cuando se negó a beber? Salinas cubrió su rostro con las manos. Diana sugirió que le aplicáramos la inyección directamente y usted aceptó. Estaba desesperado.
Si Sofía salía de esa habitación consciente y sospechando algo, mi carrera y mi vida se habrían destruido. Roberto golpeó el cristal desde la sala contigua. Carmen escuchó el ruido, pero mantuvo la concentración. ¿Cómo aplicaron la inyección? Yo la sostuve mientras Diana preparaba la dosis, pero
Sofía luchó más de lo que esperábamos. ¿Cuánto tiempo luchó? Varios minutos. Era fuerte y determinada.
En un momento logró arañarme. Carmen hizo una nota mental para verificar si Salinas tenía cicatrices de arañazos. ¿Qué pasó después de aplicar la inyección? Al principio pareció funcionar normalmente. Sofía se calmó y comenzó a adormecerse, pero después de unos minutos comenzó a tener convulsiones.
Diana dijo que era normal, pero yo sabía que algo estaba mal. Carmen se inclinó hacia adelante. ¿Qué hicieron? Tratamos de reanimarla. Diana tenía entrenamiento en primeros auxilios, pero las convulsiones empeoraron. ¿Cuánto tiempo intentaron reanimarla? Como una hora. Hasta que nos dimos cuenta de
que ya no tenía pulso. Carmen sintió una mezcla de satisfacción por obtener la confesión y horror por los detalles.
¿Qué hicieron con el cuerpo? Salinas respiró profundamente. Tenía que pensar rápido. Si encontraban el cuerpo con drogas en la sangre, nos habrían arrestado inmediatamente. ¿A dónde llevaron el cuerpo? Diana tenía un contacto en una funeraria. Alguien que hacía cremaciones sin hacer muchas
preguntas.
Carmen mostró un mapa de Tijuana. ¿En qué funeraria? Salinas señaló una ubicación en la zona este de la ciudad. Funeraria San José. El dueño se llama Manuel Vázquez Torres. Carmen inmediatamente envió un mensaje para que investigaran la funeraria. ¿Qué pasó con la pulsera de Sofía? No me di cuenta
de que se había roto hasta días después.
Para entonces ya había convencido al gerente del hotel de cerrar permanentemente la habitación. ¿Cómo convenció al gerente? Le pagué 200,000 pesos para que inventara problemas de plomería y mantuviera la habitación cerrada. Carmen tenía suficiente información para múltiples cargos. homicidio,
encubrimiento, soborno, agresión sexual múltiple. Dr. Salinas, ¿hay otras víctimas que no conocemos? Salinas miró a su abogado antes de responder.
Durante 10 años, Diana y yo operamos este esquema. Calculo que hubo aproximadamente 30 víctimas. Roberto, desde la sala contigua se sintió mareado. Carmen mantuvo la compostura. ¿Dónde están las fotografías que tomaron? Las destruí todas después de la muerte de Sofía. Me di cuenta de que el riesgo
era demasiado grande. Carmen cerró su libreta.
Tenían una confesión completa y suficiente evidencia para procesar a ambos criminales. El interrogatorio había terminado. Después de 9 años de misterio, la verdad sobre la desaparición de Sofía Mendoza finalmente había salido a la luz. La pregunta que quedaba era, ¿podrían encontrar algún rastro
físico de Sofía para dar closure completo a su familia? A las 6:0 pm del jueves, Carmen recibió información alarmante.
Manuel Vázquez Torres, el dueño de la funeraria San José, había cerrado su negocio repentinamente esa tarde y había desaparecido con varios archivos. ¿Cómo es posible?, preguntó Roberto. Alguien le avisó. Carmen revisó los protocolos. Solo tres personas sabían sobre la funeraria, usted, yo y el
fiscal.
Pero Salinas hizo su confesión en presencia de su abogado. Llamaron inmediatamente al abogado Ramírez. Su secretaria informó que había salido de la ciudad por una emergencia familiar. “Necesitamos localizar a Vázquez antes de que destruya evidencia”, decidió Carmen. Carmen y Roberto se dirigieron a
la funeraria San José en la colonia Zona Norte. El negocio estaba ubicado en una calle tranquila, rodeado de pequeños comercios y casas residenciales.
La funeraria estaba cerrada con un letrero que decía cerrado temporalmente por renovaciones. Las ventanas tenían papel periódico pegado desde adentro. Carmen llamó a la puerta trasera. No hubo respuesta, pero notó que había luz encendida en el interior. ¿Escuchaste eso?, preguntó Roberto. Venían
ruidos del interior, sonido de papeles siendo movidos. Cajones abriéndose y cerrándose.
Carmen desenfundó su pistola y pidió refuerzos por radio. Posible sospechoso destruyendo evidencia en funeraria San José. Decidieron no esperar a los refuerzos. Carmen rodeó el edificio hasta la entrada principal mientras Roberto vigilaba la parte trasera. Carmen forzó la cerradura de la puerta
principal. El interior de la funeraria estaba en caos. Archivos esparcidos por el suelo, cajones abiertos.
documentos quemándose en un bote de basura metálico. Policía, salga con las manos arriba. Un hombre de aproximadamente 55 años, calvo con flexión robusta, salió de la oficina principal con las manos levantadas. Era Manuel Vázquez Torres. No haga nada, estúpido dijo Carmen, manteniendo el arma
apuntada hacia él. Vázquez tenía las manos manchadas de tinta y cenizas. Había estado quemando documentos durante horas.
¿Por qué está destruyendo evidencia? Vázquez no respondió. Carmen lo esposó mientras Roberto apagaba el fuego en el bote de basura. Los refuerzos llegaron 5 minutos después, junto con el técnico forense Luis García. ¿Qué pudieron salvar?, preguntó Carmen. Luis examinó los documentos parcialmente
quemados.
Algunos registros de cremaciones irregulares, fechas, nombres falsos, pagos en efectivo. Roberto revisó los archivos que no habían sido destruidos. Encontró registros que se remontaban a 2010, todos con la misma característica, cremaciones sin certificados de defunción oficial. “Aquí hay algo”,
dijo Roberto mostrando un archivo marcado. Abril 2016. Carmen lo abrió. Contenía un recibo manuscrito.
Cremación especial 29 de abril 2016. Pago 50,000es. Cliente ES e S. Eduardo Salinas, dedujo Carmen. El recibo incluía una descripción. Mujer joven aproxems 15 20 años cabello rubio, 1.65 mínimo en aproximadamente. Roberto sintió un nudo en el estómago. La descripción coincidía exactamente con
Sofía.
Carmen interrogó a Vázquez en la misma funeraria. Manuel, encontramos el recibo de la cremación de Sofía Mendoza. ¿Va a cooperar o vamos a acusarlo como cómplice de homicidio? Vázquez miró los documentos que habían salvado del fuego. ¿Qué quieren saber? Todo empezando por cómo llegó el cuerpo a su
funeraria. Vázquez se sentó en una silla de plástico derrotado.
El doctor Salinas me llamó como a las 2 de la mañana del 29 de abril. Me dijo que tenía una situación de emergencia. ¿Qué tipo de emergencia? Dijo que una paciente había muerto por una reacción alérgica a medicamentos, pero que la familia no quería autopsia ni publicidad. Carmen tomó notas. ¿Y
usted le creyó? Salinas me había enviado casos antes, familias que preferían cremaciones discretas por motivos religiosos o personales.
¿Cuántos casos antes? A lo largo de los años, tal vez 10 o 12. Roberto intervino. Todas eran mujeres jóvenes. Vázquez evitó el contacto visual. La mayoría. Carmen sintió náuseas. Nunca sospechó que algo malo estaba pasando. Salinas pagaba muy bien y siempre traía documentación que parecía oficial.
documentación falsa. Supongo que sí, pero yo no era médico forense.
No era mi trabajo verificar causas de muerte. Luis continuó revisando los archivos salvados. Carmen, encontré algo más. Mostró una carpeta con fotografías. Eran imágenes del proceso de crema aparentemente tomadas como registro del trabajo. Una de las fotografías mostraba un cuerpo en la mesa de
preparación antes de la cremación. Era una joven rubia vestida con ropa azul marino.
Roberto no pudo mirar la fotografía. Carmen la estudió con expresión grave. Esta es Sofía Mendoza. Vázquez asintió lentamente. El doctor Salinas trajo el cuerpo envuelto en sábanas. Dijo que había muerto de una reacción alérgica repentina. ¿En qué condición estaba el cuerpo? sin signos de violencia
externa, pero había marcas en los brazos que parecían de forcejeo. Carmen continuó el interrogatorio.
¿Qué hicieron con las cenizas? Siguiendo las instrucciones del doctor, las esparcí en el mar desde el muelle de playas de Tijuana. Roberto sintió una mezcla de dolor y alivio. Finalmente sabía qué había pasado con su hija. ¿Conservó algún registro de la ubicación exacta? Sí. Las esparcí cerca del
faro, aproximadamente a 200 m de la costa.
Carmen terminó de revisar los documentos salvados. Habían encontrado evidencia de al menos 15 cremaciones irregulares realizadas por Vázquez entre 2010 y 2017. Manuel va a ser acusado como cómplice de homicidio y encubrimiento, pero si coopera completamente con la investigación, podemos considerar
reducir los cargos. Vázquez aceptó cooperar.
Proporcionó una lista completa de todas las cremaciones irregulares que había realizado para Salinas, incluyendo fechas, descripciones de los cuerpos y métodos de disposición de cenizas. A las 10:0 pm, Carmen tenía evidencia suficiente para acusar a Salinas no solo por el homicidio de Sofía, sino
por una red de crímenes que había operado durante años.
Roberto miró hacia el océano desde la ventana de la funeraria. Su hija había encontrado paz en las aguas del Pacífico, pero su muerte no había sido en vano. Su caso había expuesto una red criminal que había victimizado a decenas de jóvenes. Carmen, dijo Roberto, quiero ir al lugar donde esparcieron
las cenizas de Sofía. Por supuesto, iremos mañana temprano.
La investigación estaba prácticamente completa. Solo quedaban los procesos legales y el cierre emocional para la familia Mendoza. Después de 9 años de preguntas sin respuesta, la verdad finalmente había salido a la luz. Sofía Mendoza podría descansar en paz y sus asesinos enfrentarían la justicia.
El viernes 15 de agosto a las 8 a, Carmen organizó un careo entre el doctor Salinas Diana Castillo y Manuel Vázquez en la sala principal de interrogatorios de la PGJE.
Roberto observaba desde la sala contigua acompañado por el fiscal Luis Roberto Paz Herrera. Vamos a aclarar las contradicciones en sus testimonios anunció Carmen. Cada uno ha dado versiones diferentes de los eventos. El doctor Salinas, esposado y vestido con el uniforme naranja de los detenidos,
evitaba mirar a Diana y Manuel.
Su abogado, Jorge Ramírez, tomaba notas constantemente. Diana Castillo se veía demacrada después de dos noches en prisión. Había perdido la compostura elegante que mantenía como enfermera y ahora parecía una mujer quebrada por el peso de la culpa. Manuel Vázquez temblaba visiblemente. Era el más
vulnerable de los tres, sin educación formal ni recursos para contratar un buen abogado. Carmen comenzó con las discrepancias cronológicas.
Doctor Salinas, usted declaró que Sofía Mendoza murió por accidente debido a una sobredosis involuntaria de sedantes. Correcto. Diana, usted declaró que el doctor le ordenó aplicar una dosis letal intencionalmente cuando Sofía comenzó a resistirse, Diana miró directamente a Salinas. Eso es
exactamente lo que pasó.
Eduardo me gritó que aumentara la dosis porque la niña no se calmaba. Salinas se puso tenso. Eso es mentira. Diana aplicó la dosis sin mi autorización. Carmen colocó sobre la mesa el reporte toxicológico que había sido completado durante la noche. Señores, analicemos la evidencia científica.
El laboratorio de criminología analizó residuos de las jeringas encontradas en el consultorio de Diana. Carmen leyó el reporte. Las jeringas contenían residuos de midasolam en concentraciones de 15 mg por milro. Una dosis terapéutica normal es de 2 a 5 mg. El fiscal intervino. Doctor Salinas, como
médico, ¿puede explicar por qué se preparó una dosis tan elevada? Salinas consultó con su abogado antes de responder. Tal vez Diana se confundió en los cálculos. Diana explotó.
No me confundí. Tú me dijiste exactamente qué preparar. Me dijiste que necesitábamos silenciarla definitivamente. Eso es una mentira absoluta. Carmen continuó presionando. Manuel, usted declaró que el doctor Salinas le dijo que Sofía había muerto por una reacción alérgica. ¿Cómo explicó las marcas
de forcejeo en el cuerpo? Manuel miró nerviosamente entre Salinas y Diana.
El doctor dijo que la niña había tenido convulsiones y que se había lastimado luchando contra la reacción alérgica. Carmen mostró fotografías de las marcas encontradas en la ropa de Sofía. Estas marcas son consistentes con convulsiones o con que alguien la haya sujetado por la fuerza. Manuel
estudió las imágenes.
Ahora que las veo de cerca, parecen marcas de manos, como si alguien la hubiera agarrado de los brazos. Salinas se agitó en su silla. Manuel no es experto forense, no puede determinar eso. Carmen cambió de táctica, colocó sobre la mesa una grabación de audio. Esta es la grabación de una llamada
telefónica interceptada entre el doctor Salinas y su abogado ayer por la noche.
Activó la grabación. Se escuchaba la voz de Salinas claramente. Jorge, necesito que encuentres la manera de culpar a Diana de todo. Ella era la que preparaba las drogas. Yo solo era el médico que la supervisaba. La voz del abogado respondía, “Eduardo, eso va a ser difícil con toda la evidencia que
tienen. Entonces, busca la manera de involucrar a Manuel como el cerebro de la operación.
Haz que parezca que él me chantajeaba para conseguir clientes.” Carmen detuvo la grabación. Dr. Salinas, ¿puede explicar esta conversación? El abogado Ramírez se veía visiblemente incómodo. Mi cliente no tenía conocimiento de que sus conversaciones estaban siendo grabadas. Es irrelevante, dijo el
fiscal.
La grabación es evidencia de obstrucción a la justicia y conspiración para culpar falsamente a cómplices. Diana miró a Salinas con desprecio. Ahora ven quién eres realmente. 9 años mantuve tu secreto. 9 años viví con la culpa de lo que le hicimos a esa niña. Salinas finalmente perdió la compostura.
Tú fuiste la que sugirió aumentar la dosis. Yo nunca quise matar a nadie. Mentira. Tú me dijiste que si Sofía hablaba, ambos íbamos a la cárcel.
Me dijiste que era mejor resolver el problema permanentemente. Carmen había logrado que se contradijera mutuamente. Ahora tenía confesiones claras de ambos. Dr. Salinas, ¿admite que ordenó administrar una dosis letal de sedantes a Sofía Mendoza? Salinas miró a su abogado, quien negó con la cabeza.
Necesito inmunidad total si voy a decir la verdad completa.
El fiscal se inclinó hacia adelante. No hay inmunidad para homicidio premeditado. Pero si confiesa completamente y ayuda a resolver los otros casos, podemos considerar cadena perpetua en lugar de pena de muerte. Roberto desde la sala contigua, golpeó el cristal. Carmen escuchó el ruido, pero
mantuvo la concentración. Salinas respiró profundamente. Está bien. Sí.
Le dije a Diana que preparara una dosis más fuerte. ¿Por qué? Porque Sofía había visto nuestras caras, conocía nuestros nombres, había estado en la habitación. Si vivía, nos habría destruido. Diana comenzó a llorar. Eso es lo que yo declaré desde el principio. Carmen continuó. ¿Cuántas otras
víctimas murieron de la misma manera? Salinas se cubrió la cara con las manos. Tres más.
En 2014, 2015 y 2017, el fiscal tomó notas. ¿Cómo se llamaban? No recuerdo todos los nombres. Diana mantenía los registros. Diana sacó de su bolsillo una pequeña libreta. Los anoté todos. María José Herrera Vázquez en 2014, Ana Belén Castillo Moreno en 2015 y Patricia Sánchez Delgado en 2017.
Carmen sintió náuseas.
Cuatro jóvenes habían sido asesinadas por esta red criminal. ¿Por qué siguieron matando después de Sofía? Salinas respondió sin levantar la vista, porque no podíamos arriesgarnos a que alguna víctima recordara detalles y nos identificara. Carmen cerró su libreta. Tenían confesiones completas de
homicidios múltiples, agresión sexual sistemática y una conspiración criminal que había operado durante años.
Doctor Salinas, Diana Castillo, Manuel Vázquez están arrestados por homicidio premeditado múltiple, agresión sexual, conspiración criminal, encubrimiento y obstrucción a la justicia. El careo había terminado. Carmen tenía evidencia suficiente para condenar a los tres criminales por múltiples
cargos. Roberto entró a la sala principal con lágrimas en los ojos. Doctor Salinas, mi hija tenía 15 años.
tenía toda una vida por delante. ¿Cómo pudo hacerle eso a una niña inocente? Salinas finalmente miró a Roberto directamente. Lo siento. Sé que no sirve de nada, pero realmente lo siento. Perdí el control de la situación y tomé la peor decisión posible. Roberto sintió una mezcla de dolor y cierre.
Finalmente tenía las respuestas que había buscado durante 9 años.
La investigación había terminado. Ahora comenzarían los procesos judiciales que llevarían a los asesinos de Sofía Mendoza ante la justicia. El lunes 18 de agosto, Carmen inició los interrogatorios individuales finales para determinar la extensión completa de la red criminal operada por Salinas,
Diana y Vázquez.
El primer interrogatorio fue con Diana Castillo, quien había demostrado mayor disposición para cooperar. Diana, necesitamos la lista completa de todas las víctimas durante los años que operaron. Diana abrió su libreta personal donde había mantenido registros detallados. Desde 2010 hasta 2017
documenté contactos con 47 jóvenes. Carmen sintió un escalofrío. 47 víctimas.
No todas fueron lastimadas del mismo modo. La mayoría fueron solo drogadas y fotografiadas, pero 15 de ellas fueron agredidas sexualmente por Eduardo. ¿Y cuántas fueron asesinadas? Cuatro. Sofía Mendoza, María José Herrera Vázquez, Ana Belén Castillo Moreno y Patricia Sánchez Delgado. Carmen revisó
los archivos de personas desaparecidas de Tijuana entre esas fechas.
Los nombres coincidían con reportes que nunca habían sido resueltos. ¿Por qué estas cuatro fueron asesinadas y las otras no? Diana reflexionó cuidadosamente. Eran diferentes, más inteligentes, más alertas. Se daban cuenta rápidamente de que algo malo estaba pasando. Como Sofía. Exactamente. Sofía
fue la más difícil de todas. Hizo preguntas desde el momento que entró a la habitación.
Preguntó por qué había medicamentos en una suite de hotel. Por qué yo llevaba guantes quirúrgicos? ¿Por qué las cortinas estaban cerradas en pleno día? Carmen tomó notas detalladas. ¿Cuál era exactamente el método que utilizaban? Diana describió el proceso completo. Eduardo identificaba víctimas
potenciales en eventos médicos, siempre jóvenes entre 15 y 20 años. Generalmente hijas de profesionales respetables.
¿Por qué ese rango de edad específicamente? Eduardo decía que eran perfectas, suficientemente jóvenes para ser ingenuas, pero suficientemente maduras para ser atractivas para él. Carmen sintió náuseas, pero continuó como las contactaban. Eduardo se presentaba como mentor médico interesado en ayudar
a jóvenes con vocación.
Les ofrecía libros, consejos para aplicar a universidades, contactos profesionales. Las víctimas aceptaban voluntariamente. Sí, porque Eduardo era respetable y creíble. Era presidente de la Asociación Médica, tenía reconocimientos, referencias impecables. Carmen estudió la libreta de Diana.
Contenía nombres, fechas, ubicaciones y métodos utilizados con cada víctima.
¿Dónde ocurrían generalmente estas agresiones? Principalmente en hoteles, Eduardo reservaba habitaciones usando nombres falsos o las conseguía a través de contactos en la industria hotelera. Como el gerente Héctor Vega en el Hotel Plaza, Diana asintió. Héctor recibía pagos regulares para
proporcionar habitaciones discretas y mantener silencio. Carmen hizo una nota para investigar a Vega inmediatamente.
¿Hay otros cómplices que no hayamos identificado? Diana consultó su libreta. Tres médicos más participaron ocasionalmente, Dr. Raúl Miranda Castro, Dr. Jesús Torres Delgado y Dr. Fernando López Herrera. Carmen reconoció los nombres de la fotografía de la mesa donde cenó Sofía. Todos habían estado
presentes la noche de su desaparición.
¿En qué consistía su participación? Identificaban víctimas potenciales y las dirigían hacia Eduardo. Recibían pagos por cada referencia exitosa. Carmen sintió que el caso se expandía dramáticamente. Cuánto dinero estaba involucrado Eduardo cobraba entre 50,000 y 100,000 pesos por sesión,
dependiendo de lo que los clientes solicitaran. Clientes. Diana reveló el aspecto más perturbador del crimen.
Eduardo no trabajaba solo por satisfacción personal. tenía una red de clientes que pagaban por acceso a las víctimas drogadas. Carmen necesitó un momento para procesar esta información. Pornografía, sí, y también clientes que pagaban por participar directamente.
Carmen terminó el interrogatorio con Diana y procedió inmediatamente con Salinas. Doctor Salinas, Diana ya nos proporcionó información sobre sus clientes. ¿Va a cooperar o vamos a investigar por nuestra cuenta? Salinas, que había perdido completamente su compostura elegante durante el fin de semana
en prisión, parecía resignado. ¿Qué quieren saber? Los nombres de todos sus clientes.
Salinas proporcionó una lista de 23 hombres, incluyendo empresarios prominentes, políticos locales y profesionales de diversos sectores. ¿Cómo operaba la red de clientes? Comunicación discreta, pagos en efectivo, encuentros en ubicaciones privadas. Carmen estudió la lista. reconoció varios nombres
de figuras públicas respetables en Tijuana.
Estos hombres sabían que estaban participando en crímenes. Algunos sabían, otros preferían no preguntar detalles. Carmen completó los interrogatorios individuales y procedió con Manuel Vázquez. Manuel, ¿cuántos cuerpos cremó para esta red? Durante 7 años cremé aproximadamente 20 cuerpos sin
documentación oficial. Todos eran víctimas de Salinas. La mayoría sí.
Algunos eran de otros clientes que tenían sus propios problemas. Carmen se dio cuenta de que habían descubierto una red criminal mucho más extensa de lo que habían imaginado inicialmente. A las 6 CO0 pm Carmen convocó una reunión con el fiscal y las autoridades superiores de la PGJE. Tenemos
evidencia de una red de tráfico de personas, homicidios múltiples, prostitución forzada y encubrimiento que operó durante años en Tijuana. El fiscal estudió la evidencia.
¿Cuántos arrestos necesitamos realizar? Carmen consultó sus listas. Arrestos inmediatos. Tres médicos cómplices, un gerente de hotel, 23 clientes regulares, investigaciones adicionales, múltiples funcionarios públicos que pudieron haber recibido sobornos para mantener silencio. ¿Qué hay de las
familias de las otras víctimas? Carmen había preparado esa información.
Ya contacté a las familias de María José Herrera, Ana Belén Castillo y Patricia Sánchez. Todas habían reportado las desapariciones, pero los casos nunca fueron resueltos. El fiscal autorizó los arrestos masivos. Vamos a desarmar completamente esta red. Carmen salió de la reunión sintiendo una
mezcla de satisfacción y horror.
El caso de Sofía Mendoza había expuesto uno de los escándalos criminales más grandes en la historia de Tijuana. Roberto esperaba en el pasillo de la comandancia. ¿Cómo se siente sabiendo que la muerte de Sofía ayudó a exponer todo esto? Roberto reflexionó cuidadosamente. Sofía siempre quiso ayudar
a la gente.
Creo que estaría orgullosa de saber que su caso salvó a otras jóvenes de pasar por lo mismo. Carmen asintió. Su hija fue una heroína, Roberto. Su resistencia esa noche en el hotel probablemente evitó que esta red continuara operando. La investigación había concluido. Ahora comenzaría la fase
judicial para llevar a todos los criminales ante la justicia y proporcionar closure a las familias de todas las víctimas.
6 meses después, el 15 de febrero de 2026, se llevó a cabo la audiencia final del caso Estado versus Eduardo Salinas Moreno y cómplices en el Tribunal Superior de Justicia de Baja California. Roberto Mendoza estaba sentado en la primera fila de la sala, acompañado por las familias de María José
Herrera, Ana Belén Castillo y Patricia Sánchez, las otras tres víctimas asesinadas por la red criminal.
El juez presidente, magistrado Carlos Hernández Vega, leyó las sentencias finales después de 6 meses de proceso judicial. Eduardo Salinas Moreno, por los cargos de homicidio premeditado en cuatro casos: agresión sexual múltiple, tráfico de personas y dirección de organización criminal, es
sentenciado a cuatro cadenas perpetuas consecutivas sin posibilidad de libertad condicional.
Salinas, que había perdido casi 20 kilos durante el proceso, escuchó la sentencia sin mostrar reacción. Su carrera médica distinguida había terminado en la mayor desgracia posible. Diana Castillo Morales, por los cargos de homicidio en grado de complicidad, administración de sustancias tóxicas y
participación en organización criminal es sentenciada a 60 años de prisión con posibilidad de libertad condicional después de 40 años.
Diana había cooperado extensamente con la fiscalía, proporcionando evidencia crucial para condenar a toda la red. Su cooperación le había reducido la sentencia de cadena perpetua a prisión con eventual libertad condicional. Manuel Vázquez Torres, por los cargos de encubrimiento de homicidio
múltiple, destrucción de evidencia y lavado de dinero, es sentenciado a 25 años de prisión.
Vázquez había sido el menos culpable de los tres principales, actuando principalmente como proveedor de servicios criminales, sin participar directamente en los homicidios. El juez continuó con las sentencias de los cómplices secundarios. Héctor Vega Santana, exgerente del Hotel Plaza por los
cargos de complicidad y encubrimiento, es sentenciado a 15 años de prisión.
Vega había proporcionado habitaciones y mantenido silencio durante años a cambio de pagos regulares de Salinas. Dr. Raúl Miranda Castro, Dr. Jesús Torres Delgado y Dr. Fernando López Herrera por los cargos de complicidad en tráfico de personas y encubrimiento, son sentenciados cada uno a 12 años de
prisión inhabilitación permanente para ejercer la medicina. Los tres médicos habían perdido sus licencias profesionales y enfrentaban demandas civiles multimillonarias de las familias de las víctimas.
Carmen Ruiz observaba desde la sección reservada para funcionarios de la procuraduría. Durante los 6 meses de proceso había testimoniado como detective principal y había coordinado con autoridades federales para desarmar completamente la red criminal. El proceso había revelado que la organización
de Salinas tenía conexiones con redes de tráfico humano que operaban entre México y Estados Unidos.
Tres funcionarios de migración fueron arrestados por facilitar el movimiento de víctimas a través de la frontera. De los 23 clientes identificados en las listas de Salinas, 18 fueron arrestados y condenados a sentencias que variaban entre 5 y 20 años de prisión. Los otros cinco habían huído del
país y tenían órdenes de apreensón internacionales.
El fiscal Luis Roberto Paz Herrera se dirigió a la sala durante su alegato final. Este caso representa uno de los crímenes más sistemáticos y despreciables en la historia de nuestro estado. Una red criminal que operó durante años bajo la fachada de respetabilidad médica victimizando a jóvenes
inocentes. Roberto había testificado varias veces durante el proceso describiendo el impacto devastador de la pérdida de Sofía en su familia. Su testimonio había sido crucial para establecer el contexto emocional del daño causado por los
crímenes. Durante 9 años viví sin saber qué había pasado con mi hija”, había dicho Roberto durante su testimonio principal. Estos criminales no solo le quitaron la vida a Sofía, sino que torturaron a nuestra familia con años de incertidumbre. La esposa de Roberto, Carmen Mendoza Ruiz, quien se había
divorciado de él dos años después de la desaparición debido al estrés del caso, había testificado sobre la destrucción familiar causada por la pérdida.
Perdimos no solo a nuestra hija, sino nuestro matrimonio, nuestra estabilidad emocional, nuestra confianza en la justicia, había declarado Carmen durante una audiencia previa. El proceso judicial había incluido testimonios de 31 víctimas sobrevivientes que habían sido drogadas y agredidas por la
red criminal.
Sus testimonios habían pintado un cuadro devastador de abuso sistemático y manipulación psicológica. Valeria Campos Moreno, la mejor amiga de Sofía, ahora médica especializada en atención a víctimas de violencia, había testificado sobre el impacto duradero del crimen en la comunidad estudiantil.
Sofía era el ejemplo de lo que una joven puede lograr con dedicación y valores.
Su muerte nos robó no solo a una amiga, sino a una futura médica que habría salvado vidas. Durante el proceso se estableció que la Asociación Médica de Tijuana había fallado en detectar las actividades criminales de Salinas a pesar de múltiples señales de alarma.
La organización fue multada con 10 millones de pesos y ordenada a implementar protocolos estrictos de supervisión ética. El Hospital General de Tijuana también enfrentó sanciones por no investigar adecuadamente los faltantes de medicamentos controlados. Tres administradores hospitalarios fueron
removidos de sus cargos por negligencia. El Hotel Plaza fue clausurado temporalmente y sometido a una investigación completa de sus operaciones.
La nueva administración implementó protocolos de seguridad estrictos y programas de entrenamiento para empleados sobre detección de actividades sospechosas. Carmen Ruiz fue promovida a comandante de la División de Delitos contra Personas de la PGJE en reconocimiento por su trabajo excepcional en el
caso también recibió reconocimientos nacionales por su labor en el desarme de redes de tráfico humano.
El caso Mendoza cambió para siempre la manera en que investigamos desapariciones de personas en México”, declaró Carmen durante una conferencia nacional sobre combate al tráfico humano. 3 meses después de las sentencias, el 15 de mayo de 2026, se llevó a cabo una ceremonia memorial en el Parque
Morelos de Tijuana para honrar a Sofía Mendoza y las otras víctimas. Roberto había trabajado con las autoridades municipales para crear el memorial Sofía Mendoza para víctimas de tráfico humano, que incluía un jardín conmemorativo y un centro de recursos para familias de personas desaparecidas.
Sofía quería ser médica para ayudar a niños enfermos”, dijo Roberto durante la
ceremonia de inauguración. Aunque no pudo cumplir ese sueño, su caso ayudó a salvar las vidas de otras jóvenes que podrían haber sido victimizadas por esta red criminal. Las familias de María José Herrera, Ana Belén Castillo y Patricia Sánchez participaron en la ceremonia junto con representantes de
organizaciones civiles que combaten el tráfico de personas.
El memorial incluía una beca anual de estudios médicos en nombre de Sofía Mendoza, financiada con activos confiscados a los criminales durante el proceso judicial. Diana Castillo desde prisión había escrito una carta que fue leída durante la ceremonia. Sé que las disculpas no pueden reparar el daño
causado, pero quiero que las familias sepan que cargo con la culpa de estos crímenes todos los días. He dedicado mi tiempo en prisión a escribir mis memorias completas.
sobre la operación criminal, esperando que sirvan para educar a futuras víctimas potenciales sobre las señales de peligro. El libro de Diana, titulado Detrás de la fachada médica, Memorias de una cómplice, sería publicado por una editorial especializada en crímenes reales con todas las ganancias
destinadas a organizaciones de apoyo a víctimas.
6 meses después de la ceremonia memorial, en noviembre de 2026, Roberto se casó con Patricia Morales Vega, una psicóloga especializada en duelo que había conocido durante el proceso de terapia posterior al juicio. “Sofía habría querido que papá fuera feliz de nuevo”, comentó Roberto durante una
entrevista televisiva sobre recuperación después de tragedia familiar.
Carmen Riz continuó su carrera en la Procuraduría, especializándose en casos de tráfico humano. Su experiencia en el caso Mendoza la convirtió en consultora nacional para investigaciones complejas de desapariciones. En marzo de 2027, Carmen fue invitada a testificar ante el Congreso de la Unión
sobre reformas necesarias en protocolos de investigación de personas desaparecidas. El caso Sofía Mendoza nos enseñó que las redes criminales pueden operar durante años bajo fachadas respetables, declaró Carmen durante su testimonio.
Necesitamos sistemas de alerta temprana y coordinación interinstitucional más efectivos. Las reformas legales inspiradas por el caso incluyeron protocolos más estrictos para verificación de identidad en hoteles, supervisión médica mejorada de medicamentos controlados y programas educativos sobre
tráfico humano en escuelas secundarias.
Eduardo Salinas murió en prisión en agosto de 2028, 2 años después de su sentencia. Debido a complicaciones de diabetes que desarrolló durante su encarcelamiento, su muerte fue reportada brevemente en los medios locales sin ceremonias ni reconocimientos. Diana Castillo completó programas de
rehabilitación en prisión y se convirtió en consejera para otras internas víctimas de manipulación psicológica.
Su fecha más temprana de elegibilidad para libertad condicional es 2066. Manuel Vázquez fue liberado en 2049 después de cumplir 23 años de su sentencia de 25 años por buen comportamiento. Se mudó a una ciudad pequeña donde trabajó en construcción hasta su muerte en 2054. En 2030, Roberto estableció
la Fundación Sofía Mendoza, dedicada a prevención del tráfico de personas y apoyo a familias de víctimas.
La fundación opera programas educativos en escuelas de toda México. Sofía siempre quiso ayudar a otras personas, explica Roberto, ahora de 58 años durante una entrevista en 2030. Su legado continúa a través de las vidas que salvamos educando a jóvenes sobre los peligros que enfrentan. La fundación
ha documentado la prevención de al menos 47 casos potenciales de tráfico humano a través de sus programas educativos.
cumpliendo simbólicamente con el número de víctimas identificadas en la red de Salinas. Valeria Campos, la mejor amiga de Sofía, ahora dirige el departamento de medicina forense del Hospital General de Tijuana, especializándose en casos de violencia contra mujeres. Cada vez que analizo evidencia de
un caso de violencia, pienso en Sofía comenta Valeria durante una entrevista en 2030.
Su muerte me inspiró a dedicar mi carrera, a dar voz a víctimas que ya no pueden hablar por sí mismas. El Hotel Plaza fue renovado completamente y ahora opera como Hotel Memorial Plaza, con una placa permanente en el lobby que honra la memoria de Sofía Mendoza y promueve la concientización sobre
tráfico humano. La habitación 517, donde fue encontrada la pulsera de Sofía, fue convertida en una suite de capacitación para personal hotelero sobre detección de actividades sospechosas.
nunca más será utilizada para huéspedes. En 2031, 15 años después de la desaparición de Sofía, el caso fue presentado como estudio en la Academia Internacional de Investigación Criminal como ejemplo de investigación persistente y coordinación interinstitucional efectiva. Carmen Ruiz, ahora
directora nacional de la división contratáfico de personas, utiliza el caso Mendoza como modelo de entrenamiento para investigadores de toda América Latina. El caso nos enseñó que la persistencia familiar combinada con investigación profesional puede
desarmar redes criminales que parecían intocables, explica Carmen durante seminarios internacionales. Roberto continúa visitando cada año el lugar en playas de Tijuana, donde fueron esparcidas las cenizas de Sofía. Lleva flores amarillas que eran las favoritas de su hija, y pasa una hora recordando
su risa y sus sueños de ser médica. Sofía está en paz ahora.
reflexiona Roberto durante su visita anual en abril de 2031 y su muerte no fue en vano si ayudó a salvar las vidas de otras jóvenes. El legado de Sofía Mendoza Herrera perdura a través de leyes más estrictas, protocolos mejorados de investigación, programas educativos y la concientización pública
sobre los peligros del tráfico humano que continúa salvando vidas 15 años después de su trágica muerte.
Su historia se ha convertido en símbolo de resistencia contra la explotación y recordatorio de que una sola víctima valiente puede exponer redes criminales enteras cuando la justicia y la perseverancia familiar se combinan efectivamente.