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MUCHO CUIDADO: Una mujer muere agonizando en su casa después de lavar…Ver más

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¡ALERTA ROJA, FAMILIAS MEXICANAS! ¡EL ENEMIGO DUERME BAJO TU FREGADERO! UNA MADRE DE FAMILIA ENCUENTRA UNA MUERTE HORRIBLE Y AGÓNICA EN SU PROPIO HOGAR POR UN ERROR QUE TÚ PODRÍAS ESTAR COMETIENDO AHORA MISMO. ¡PÁRENLE A TODO Y LEAN ESTO ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE!

SUBTÍTULO DE IMPACTO: El titular que paralizó las redes sociales no era una broma macabra. “MUCHO CUIDADO: Una mujer muere agonizando en su casa después de lavar…”. Hoy, destapamos la verdad detrás de esos puntos suspensivos que esconden una tragedia que podría tocar a tu puerta mañana mismo. ¡No es el narco, no es un asalto, es el “CÓCTEL DE LA MUERTE” que guardas en tu alacena!

POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA Y SUCESOS DE IMPACTO / CIUDAD DE MÉXICO, UN SÁBADO QUE SE TIÑÓ DE LUTO.

¡Ay, nanita, mis valedores! Si usted es de los que piensa que su casita es el lugar más seguro del mundo, si usted cree que el peligro solo está en la calle con los amantes de lo ajeno, le tengo una noticia que le va a helar la sangre y le va a quitar las ganas de agarrar la escoba por un buen rato. Esta no es una nota roja más de balazos y persecuciones, ¡no señor! Esta es la crónica de una tragedia silenciosa, de un asesino invisible que se metió hasta la cocina —o mejor dicho, hasta el baño— de una jefecita mexicana que solo quería ver su casa rechinando de limpia.

Prepárense, siéntense y tómense un bolillo pal’ susto, porque lo que le pasó a Doña Ernestina “N” (que Dios la tenga en su santa gloria y nos perdone por lo que vamos a contar) es la pesadilla de cualquier hogar en este país.

EL ESCENARIO: UN HOGAR COMO EL TUYO Y EL MÍO

Todo comenzó en una colonia popular, de esas donde la gente se levanta temprano a corretear la chuleta. Doña Ernestina, una mujerona de 55 años, madre abnegada y abuela consentidora, aprovechó el sábado para hacer la “talacha” ruda. Ya saben, esa limpieza profunda que uno hace cuando quiere que la casa huela a flores y brille como espejo.

La “Nesti”, como le decían sus vecinas del chisme, tenía una obsesión: el baño. Quería que los azulejos estuvieran tan blancos que hasta lastimaran la vista. Y ahí, mis amigos, fue donde la “Huesuda” la estaba esperando, escondida entre botellas de plástico y promesas de limpieza milagrosa.

EL ERROR FATAL: LA “QUÍMICA” DEL DESASTRE

¿Qué fue lo que lavó Doña Ernestina que la llevó a la tumba? ¡Ahí está el detalle, raza! No fue ropa con algún virus raro, no fueron trastes con veneno. Fue el piso del baño, pero la forma en que lo hizo es lo que nos tiene hoy con el corazón en un puño.

La obsesión por la blancura, mi gente, esa maldita obsesión que nos venden en los comerciales. Doña Ernestina, con la mejor intención del mundo, pensó: “Si el cloro es bueno para desinfectar, y el ácido muriático es bravo para arrancar el sarro y las manchas feas… ¡pues juntos han de ser dinamita pura pa’ dejar esto como nuevo!”.

¡Grave error, cabrones! ¡Gravísimo error que le costó la vida!

Sin saberlo, sin que nadie le advirtiera —porque esas letras chiquitas en las botellas nadie las lee—, Doña Ernestina se encerró en su baño pequeño, con poca ventilación, y comenzó a mezclar. Chorrito de cloro por aquí, chorrito de ácido por allá.

LA AGONÍA: EL INFIERNO EN CUATRO PAREDES

Lo que pasó después es digno de una película de terror, pero tristemente real. Al juntarse esos dos líquidos que todos tenemos en casa, se desató una reacción química del demonio. No hubo explosión, no hubo fuego. Hubo algo peor: se liberó GAS CLORO.

Pa’ que me entiendan los que no le pusieron atención a la clase de química: ese gas es básicamente el mismo principio que se usaba como arma química en las guerras mundiales. ¡Sí, no manchen, así de peligroso! Es un gas amarillo-verdoso, denso, que huele a muerte.

Doña Ernestina, agachada tallando la junta del azulejo, recibió la primera bocanada de lleno. ¡Imagínense la desesperación! El gas le quemó la garganta al instante, los ojos le ardían como si le hubieran echado chile habanero directo, y lo peor: sus pulmones. El gas cloro, al entrar en contacto con la humedad de los pulmones, se convierte en ácido clorhídrico adentro de tu cuerpo. ¡Básicamente te empiezas a ahogar en tus propios fluidos mientras te quemas por dentro!

La pobre mujer intentó salir. Cuentan los peritos que encontraron la escobeta tirada y marcas de manos desesperadas en la puerta del baño. Pero el gas es traicionero, te marea, te quita la fuerza. La tos era incontrolable, una tos seca y dolorosa que le desgarraba el pecho. No podía jalar aire. Cada intento de respirar era meter más fuego a su cuerpo.

Fueron minutos que parecieron horas. Una agonía solitaria, encerrada en el baño que tanto quería limpiar, mientras su vida se le escapaba entre toses y lágrimas de ácido.

EL HALLAZGO QUE ROMPIÓ CORAZONES

Fue su hijo mayor, Roberto, quien la encontró. Había llegado de trabajar y se le hizo raro no escuchar la grabadora de su mamá con las cumbias a todo volumen. Al ver la puerta del baño cerrada y escuchar un jadeo extraño, tocó. Nadie respondió.

Al abrir la puerta, el olor lo golpeó como una patada en la cara. Un olor picante, insoportable, que lo hizo toser de inmediato. Y ahí vio la escena que nunca podrá borrar de su mente: su madrecita tirada en el piso húmedo, con la piel pálida, los labios morados por la falta de oxígeno y los ojos desorbitados por el terror y el dolor.

“¡Jefecita! ¡Mamá, reacciona!”, gritaba Roberto mientras la sacaba a rastras al pasillo, arriesgando su propio pellejo.

Llamaron a la Cruz Roja, llegaron los paramédicos, pero el daño era catastrófico. Los pulmones de Doña Ernestina estaban destrozados. La trasladaron de urgencia, con sirena abierta, mientras ella luchaba por cada bocanada de aire, mirando a su hijo con ojos de despedida.

Murió en el hospital horas después. El reporte médico fue brutal: edema pulmonar agudo y quemaduras químicas severas en el tracto respiratorio. En español claro: se ahogó por dentro. Una muerte lenta, dolorosa y, lo más triste, totalmente evitable.

¡AGUAS, MI GENTE! LA LECCIÓN QUE NOS DEJÓ LA TRAGEDIA

Hoy, una familia llora a su pilar. Hoy, hay un velorio en una colonia que no entiende cómo algo tan cotidiano como limpiar el baño terminó en tragedia.

Valedores, esto es serio. El titular que vieron en Facebook no mentía. “Una mujer muere agonizando en su casa después de lavar…”. Y lo que lavó fue su sentencia de muerte al mezclar productos de limpieza.

¡Por el amor de Dios y de sus jefecitas! ¡Entiendan esto y grábenselo en la cabeza!

NUNCA, PERO NUNCA DE LOS NUNCAS, MEZCLEN ESTAS COSAS:

  1. CLORO + ÁCIDO MURIÁTICO: ¡Muerte segura! Produce gas cloro.

  2. CLORO + AMONÍACO: (Muchos limpiadores de vidrios o pisos tienen amoníaco). Produce gas cloramina, que también te puede mandar al otro barrio.

  3. CLORO + VINAGRE: Sí, el vinagre que usas pa’ la ensalada. Produce gas cloro también.

  4. CLORO + ALCOHOL: Produce cloroformo y otros ácidos. Te duerme y luego te mata.

El cloro se usa SOLO con agua. ¡Punto! No le jueguen al químico loco en su casa porque las consecuencias son fatales.

EL LLAMADO FINAL

Que la muerte de Doña Ernestina no sea en vano. Compartan esta información con su mamá, con su tía, con la vecina que es fanática de la limpieza. Revisen qué tienen bajo el fregadero. Ventilen bien sus casas cuando limpien. Usen guantes. ¡Pero sobre todo, usen el sentido común!

No vale la pena un baño reluciente si te va a costar la vida. Cuiden a los suyos, raza. El peligro a veces no trae pistola, trae etiqueta de “limpiador multiusos”. ¡Mucho ojo y que Dios nos agarre confesados!

Descanse en paz, Doña Ernestina, víctima de la ignorancia y del cóctel asesino del hogar.

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