Aún averiguan su origen .Caída de una criatura está mañana en par… Ver más

¡PÁRENLE A SUS PRENSAS Y AGÁRRENSE DEL ASIENTO, RAZA! PORQUE LO QUE ACABA DE PASAR ESTA MAÑANA NO ES CHISME DE LAVADERO, ES LA PURA Y CRUDA REALIDAD QUE NOS HA DEJADO CON LOS PELOS DE PUNTA Y EL “JESÚS EN LA BOCA”.
¡TERROR EN EL PARQUE! EL CIELO ESCUPE AL DIABLO: CAE CRIATURA DESCONOCIDA Y HORRIPILANTE ANTE LA MIRADA DE CIENTOS DE FAMILIAS. LAS AUTORIDADES ESTÁN MÁS PERDIDAS QUE UN PERRO EN PERIFÉRICO.
SUBTÍTULO DE IMPACTO: El titular que te llegó al celular y te heló la sangre no era una broma macabra: “Aún averiguan su origen .Caída de una criatura está mañana en par… Ver más”. Ese maldito “Ver más” escondía la pesadilla más grotesca que nuestra ciudad ha vivido en décadas. ¡Aquí te destapamos la cloaca completa con pelos, señales y el olor a azufre que dejó este engendro!
POR: “EL TUNDEMÁQUINAS” RAMÍREZ / CRÓNICA ROJA DE LO INSÓLITO
ECATEPEC, ESTADO DE MÉXICO (DONDE SI NO ES UNA COSA, ES OTRA).– ¡Ay, nanita! Si usted, mi estimado lector de nervios de acero y estómago de trailero, pensaba que ya lo había visto todo en esta jungla de asfalto, déjeme decirle que la realidad nos acaba de dar una cachetada guajolotera de esas que te reinician el Windows.
Todo comenzó en una mañana que pintaba para ser normalita en el Parque “Solidaridad”, ese pulmón de concreto donde la raza va a correr para bajar la panza chelera, las doñas hacen zumba con música de banda a todo volumen, y los morritos juegan en los columpios oxidados. Eran eso de las 8:30 AM. El sol apenas calentaba y el olor a tamal de rajas de Doña Pelos dominaba el ambiente.
De repente, la tranquilidad se rompió con un sonido que nadie pudo identificar al principio.
No era el escape de un camión, ni un cohete de fiesta patronal. Los testigos, todavía temblando y con el color de una hoja de papel bond en la cara, lo describen como un zumbido grave, profundo, “como si una turbina de avión estuviera a punto de reventar justo encima de nuestras cabezas”, nos contó Don Beto, el jardinero del parque, mientras se tomaba un bolillo pa’l susto que le dieron los paramédicos.
La gente miró al cielo. Y ahí fue cuando el pánico se desató.
LA CAÍDA DEL ENGENDRO: “¡NO MAMES, GÜEY, ESO NO ES UN PÁJARO!”
Una sombra negra, rápida como la quincena, cruzó el cielo plomizo. No planeaba, no volaba. ¡CAÍA! Venía en picada, girando sobre sí misma de una forma antinatural.
— “¡Aguas! ¡Se nos viene encima!”, gritó “El Kevin”, un chavo que estaba haciendo dominadas en las barras.
¡PUM! ¡ZAZ! ¡CRAC!
El impacto fue brutal. La cosa esa azotó en medio de la cancha de basquetbol, levantando una nube de polvo y pedazos de cemento. El estruendo se escuchó hasta tres colonias a la redonda. La tierra cimbró como si Tláloc estuviera enojado.
Hubo un silencio sepulcral de tres segundos. Luego, el caos total. Gritos, llanto de niños, gente corriendo sin rumbo, atropellándose unos a otros. Doña Pelos tiró la olla de los tamales y salió hecha la mocha.
Pero los más valientes (o los más morbosos, que en este país son mayoría) se acercaron lentamente al cráter que dejó el impacto. Lo que vieron ahí, mis valedores, no tiene nombre en ningún libro de biología.
LA DESCRIPCIÓN DEL HORROR: ¿QUÉ DIABLOS ES ESO?
La imagen que circula en redes, esa mancha borrosa que acompaña el titular que todos vieron, no le hace justicia a la monstruosidad que yacía en el pavimento.
No era un animal conocido. Olvídense de perros deformes o nahuales de leyenda. Esto era otra cosa.
El bulto, del tamaño de un San Bernardo bien comido, estaba ahí, palpitando levemente. Su piel… si es que se le puede llamar piel… era una mezcla asquerosa entre escamas de pez diablo y cuero quemado, de un color gris rata con manchas violáceas. No tenía pelo, pero sí unas protuberancias huesudas a lo largo de lo que parecía ser su espina dorsal, como una cresta de picos irregulares.
¿La cara? ¡Virgencita ampáranos! No tenía ojos visibles, o al menos no donde deberían estar. Solo unas cuencas hundidas y oscuras. La boca era una raja desordenada llena de dientes chuecos y afilados como agujas, de la que escurría una baba espesa y amarillenta que, al tocar el suelo, siseaba como si fuera ácido.
Pero lo peor, raza, lo que hizo que hasta el policía más perro viejo vomitara el desayuno, fue el olor. Un tufo insoportable que invadió todo el parque en segundos. Olía a una mezcla de amoniaco, carne podrida de tres días al sol y un toque de azufre que te quemaba la nariz.
“Parecía una gárgola que cobró vida, pero mal hecha. Tenía unas extremidades torcidas, como alas rotas, pero con garras en las puntas. Te lo juro por mi madrecita santa que esa madre no es de este mundo”, nos relató una señora que grababa con su celular, persignándose con la otra mano.
EL CIRCO DE LAS AUTORIDADES: CINTA AMARILLA Y DESCONCIERTO
En cuestión de minutos, el Parque Solidaridad se convirtió en zona de guerra. Llegaron las patrullas municipales derrapando llanta, con las sirenas a todo lo que daban, como si fueran a agarrar al Chapo otra vez.
Los uniformados se bajaron muy gallitos con las armas largas desenfundadas, pero cuando vieron al engendro en el suelo, se les bajaron los huercos al piso. No sabían si dispararle, echarle la red de control animal o llamar a un exorcista.
Rápido aplicaron la vieja confiable: acordonar la zona con kilómetros de cinta amarilla que dice “PRECAUCIÓN”, alejando a la turba de curiosos que ya estaban transmitiendo en vivo pa’l TikTok.
“Aún averiguan su origen”, decía el comunicado oficial. ¡Ja! ¡No me hagan reír que traigo el labio partido! La verdad es que estaban más perdidos que Adán en el Día de las Madres.
Luego llegaron los “astronautas”. Ya saben, los peritos forenses enfundados en esos trajes blancos de pies a cabeza, con máscaras de gas, como si fueran a entrar a Chernobyl. Se acercaban a la criatura con unos palitos largos, picándola con miedo, tomando fotos y metiendo muestras de la baba ácida en frascos de vidrio.
Se rumoró entre los policías que la cosa, aunque no se movía, seguía teniendo temperatura. ¡Estaba caliente! Como si acabara de salir de un horno… o de la entrada del infierno.
LAS TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN: ¿ALIENS O EXPERIMENTO FALLIDO?
Mientras los peritos hacían su show, el barrio ya tenía sus propias conclusiones, y la neta, suenan más creíbles que cualquier cosa que diga el gobierno.
Teoría 1: El Alienígena. La favorita de la raza. Dicen que es un “gris” que se le escapó a la NASA o que una nave nodriza lo vino a tirar aquí porque ya no lo querían. “Es la avanzada, güey. Nos están tanteando el terreno para la invasión”, decía un taxista conspiranoico.
Teoría 2: El Chupacabras Recargado. Las abuelitas del lugar juran y perjuran que es el regreso del mítico Chupacabras, pero ahora versión 4K y con esteroides. “Viene por las cabras y por los niños mal portados”, sentenció Doña Chonita.
Teoría 3: El Experimento Genético. Esta es la que más miedo da. Se dice en voz baja que cerca de ahí hay laboratorios clandestinos y que esta cosa es un error de la ciencia que se les escapó por la coladera y de alguna forma terminó volando.
¿Y AHORA QUÉ? EL MIEDO SE QUEDA ENTRE NOSOTROS
Al final, después de tres horas de circo, llegaron unas camionetas negras, sin logotipos, tipo Suburban blindadas. Unos tipos de traje, con cara de pocos amigos y lentes oscuros aunque estaba nublado, se hicieron cargo.
Subieron al engendro (que pesaba un quintal, a juzgar por cómo pujaban los peritos) en una bolsa negra reforzada y lo metieron a una de las camionetas. Se fueron quemando llanta, sin decir “agua va”, dejando a los policías locales con cara de tontos y a la gente con el miedo en el cuerpo.
El parque quedó vacío. El olor a azufre todavía flota en el aire. El cráter en la cancha de basquetbol es el único testigo mudo de que hoy, el cielo nos escupió algo que no entendemos.
Ese titular que te llegó al celular, ese “Aún averiguan su origen…”, es la pura verdad. Nadie sabe qué es. Pero todos sabemos que ya no estamos seguros. ¿Cayó uno solo? ¿Hay más? ¿Vienen en camino?
Por si las moscas, mi gente, esta noche cierren bien las ventanas, metan al perro y recen lo que se sepan. Porque la neta del planeta, es que allá afuera, o allá arriba, hay cosas que nos ven como botana. ¡Seguiremos informando si es que sobrevivimos a la noche!