“No te llevaré allí, habrá gente decente, no de tu nivel”, declaró mi esposo, sin saber que soy la dueña de la empresa donde él trabaja.
El espejo en el dormitorio reflejaba una escena familiar: yo ajustando los pliegues de un modesto vestido gris que había comprado tres años atrás en una tienda común. Dmitry estaba cerca, abrochándose los gemelos de su camisa blanca como la nieve —italiana, como nunca se cansaba de recalcar en cada oportunidad. —¿Estás lista? —preguntó, sin … Read more